- Quiénes Somos
- Artes Visuales
- Artes Escénicas
- Literatura
-
Secciones
- Cultura vive
- De Propia Vox
- Inusitado fulgor
- Inusitado fulgor: Reseñas
- Directorio cultural
- Barrockeando
- Barranco en Agenda CIX
- Voluntariado en accion
- Agenda CIX: COVID-19
- COVID-19: Demos voz a la esperanza
- #COVIDー19: Eventos
- Testimonios en tiempos del coronavirus
- Trazos en cuarentena
- COVID-19: Múltiples rostros de la incertidumbre >
- COVID-19: Lente en aislamiento
- Silencio Punto Tú
- El PPED está contigo
- Agenda CIX: Elecciones 2018
-
Columnas
- Cultura digital
- Biblioteca digital
- Directorio Digital
- Jota en la palabra
- Los pies entre el cielo y la tierra
- Sublime creatura
- Camara lucida
- Ojos de lagarto
- Enfermedad violeta
- Santo veneno
- De cómo hacer visible lo invisible. Apuntes sobre el teatro
- Tierra de ciegos >
- Linea once
- Mira que bonito
- Fuera de contexto
- Un cronopio me conto
- Todo es ilustrable
- Contacto
Mario Vallejo: Cerro Azul. Día N. Pandemia COVID-19
Cerro Azul, 21 de mayo de 2020
No hay día sin sol desde que comenzó la pandemia planetaria. Aquí en Puente Tabla, un anexo de Cerro Azul donde vivo años atrás, frente al mar, la luz entra desde muy temprano a mi habitación, discurre por las cortinas tibiamente y alumbra mi cuerpo y mi mente. No son más de las 6 de la mañana y van más de 50 días que pasa lo mismo. En verdad, me motiva ver la luz solar iluminar el horizonte. Me imagino un panorama sombrío, bajo un cielo también sombrío, si no ocurriese así. Me afligiría mucho, pero no es así afortunadamente. Mientras los rayos iluminan y entran en nuestras vidas, mi hija Zoe del Mar también va despertando, y Sol, mi pastor alemán, se sube a la cama a darme un beso con su enorme lengua. Mientras todo esto ocurre, las aves pasean por la casa libremente, cantan, recitan, hacen suya la mañana, entonando cánticos, revoloteando en los árboles y moviéndose de un lado a otro sin que nadie les haga daño. Todo eso me motiva a levantarme temprano, a caminar con Sol, mi sabueso, a darme una escapada a la playa, al mar, a dar unas vueltas por esas calles solitarias de piedras, sin vecinos, sin tránsito, en soledad, con pandemia o sin ella. Aquí, en este litoral de cantos rodados y aves silvestres y migratorias, solo vivimos escasos pobladores. Aquí vivimos así. Sin gente, sin cláxones, sin carros, sin contaminación. Escuchamos el mar golpear las piedras, o a lo lejos, los camiones pasar en la Panamericana Sur rumbo a Cañete o Chincha. Sin embargo, en estos tiempos de acuartelamiento general, los buses, los camiones o los carros han disminuido y el silencio es total, salvo alguna moto o mototaxi, que suele recoger a algún morador o pescador que camina. Ese movimiento en la tierra suele llegar a nuestros oídos de forma natural, casi siempre.
Hace años dejé Lima por una vida apacible. Es difícil sentirse confinado sin ir más allá de la ruta cotidiana. Es decir, vivir lejos no implica estar preso, pero hoy uno vive encerrado sin salir, y, en cierta medida, eso hace daño a la razón. Yo vivo lejos, pero voy a Lima con frecuencia. Me voy a la playa de Cerro Azul, o a Cañete o Imperial o Lunahuana o Chincha; pero hoy no salgo a ningún lado. Hay que respetar las órdenes del gobierno, aunque no nos guste. Nuestra familia es primero. No es momento de ser egoístas, sino solidarios con los tuyos y con los demás, por eso yo me quedo en casa y desde hace tiempo; pero hoy no salgo, que es distinto, pero al revés.
Hace años dejé Lima por una vida apacible. Es difícil sentirse confinado sin ir más allá de la ruta cotidiana. Es decir, vivir lejos no implica estar preso, pero hoy uno vive encerrado sin salir, y, en cierta medida, eso hace daño a la razón. Yo vivo lejos, pero voy a Lima con frecuencia. Me voy a la playa de Cerro Azul, o a Cañete o Imperial o Lunahuana o Chincha; pero hoy no salgo a ningún lado. Hay que respetar las órdenes del gobierno, aunque no nos guste. Nuestra familia es primero. No es momento de ser egoístas, sino solidarios con los tuyos y con los demás, por eso yo me quedo en casa y desde hace tiempo; pero hoy no salgo, que es distinto, pero al revés.
Soy un ermitaño. El ostracismo me gusta, pero amo mi libertad ... de crear. Por eso, creo, pienso, “alucino” cosas. Hago deporte, nado en mi piscina y camino alrededor de la manzana. Leo, sí, leo mucho, desde textos en Facebook, medios digitales, y escribo, desde temprano, alguna reflexión, comento alguna noticia, doy algún mensaje, soy positivo en la adversidad, aunque me cueste, valgan verdades. A veces es bueno una careta para disimular la angustia. De otro lado, veo televisión, escucho noticieros, así me llene de ira o me maten de un infarto. Mi condición de periodista hace que no deje de lado ese vicio, tormentoso y cruel; pero sigo leyendo poemas, cuentos, historias, y sigo escribiendo poemas, cuentos e historias. Me pongo a “chambear” algunas campañas de mi empresa de comunicaciones. Me llaman algunos clientes y los asesoro. Igualmente, en estos tiempos de pandemia, trato de estar con los míos y charlar con mi madre y novia, que están conmigo en mi búnker de campo en Cerro Azul. Mi madre escucha misa online y mi novia cocina, y cocina y cocina. He aprendido también a trabajar el gusto y el sabor, a respetar a los cocineros, y a vivir entre potajes y dulces, leyendo recetas y viendo programas de televisión. Así pasan los días entre lecturas dispersas e ingredientes de cocina de sobrevivencia.
Hay algo que me salva la vida: la música. No hay día en este fundo llamado Alpinopolis, en Cerro Azul, mi hogar, que no haya música, así como los llantos de Zoe del Mar o los gritos de las aves, la música es infinita. Escucho de todo como buen melómano. Un día suenan en mi Bose bellas canciones italianas, sambas del Brasil o rock peruano de los años 60. Otro día me voy a Buenos Aires, paso por Distrito Federal y termino en un house techno electrónico indie sofístico alemán. Hay canto de protesta, poemas de amor y punk. Hay metal, música clásica y tango; pero nunca falta el rock de todos los tiempos, los 60, los 70, los 80 básicamente, algo de grunge y mucha fusión. Me gusta el folklore y mi sonido preferido es la música del Brasil, desde el “forro”, el age, soul o funk. Música popular con rock, fusiones musicales sin límites, y mucho ruido, guitarras, batería, teclados y hasta sopranos retumban mi mente y ecosistema a toda hora: cuando leo, escribo, almuerzo, nado, me pongo feeling, triste, alegre, me acongojo, cuando estoy bellaco o sulfuroso, también cuando lo justo me acompaña: la onda me pone bondadoso y agraciado. En fin: la música me hace vivir.
El periodismo lo practico todos los días. Hago periodismo que me gusta y lo que me hace libre. Pienso, opino, escribo, manejo los cuentas de mis fanpages y difundo noticias de cultura alternativa desde Dosis o mis espacios virtuales. Además, en estos días de pandemia, estoy divirtiéndome mucho con los vivos/online desde mi fanpage. Todos los sábados a las 6 de la tarde salgo con Sesiones desde Cerro Azul, un espacio de entretenimiento cultural y de humor, donde sin cantar, canto; trato de dar algunos consejos de lecturas (qué libros pueden leer), o cuento anécdotas de libros o poemarios. También tengo un invitado, un disco de rock peruano el cual comento. Asimismo, reseñas de Blu-ray musicales, “pelas” de Netflix o algo que ayude a pasar el difícil momento de confinamiento que vivimos hoy en día. Comencé así. Ahora hago entrevistas por teléfono que me ligo de forma natural, y así voy reinventándome en el periodismo digital, con mucho amor y siempre risueño, a carcajadas de mí mismo.
Así pasan mis días... resistiendo... desde Cerro Azul al mundo.
Hay algo que me salva la vida: la música. No hay día en este fundo llamado Alpinopolis, en Cerro Azul, mi hogar, que no haya música, así como los llantos de Zoe del Mar o los gritos de las aves, la música es infinita. Escucho de todo como buen melómano. Un día suenan en mi Bose bellas canciones italianas, sambas del Brasil o rock peruano de los años 60. Otro día me voy a Buenos Aires, paso por Distrito Federal y termino en un house techno electrónico indie sofístico alemán. Hay canto de protesta, poemas de amor y punk. Hay metal, música clásica y tango; pero nunca falta el rock de todos los tiempos, los 60, los 70, los 80 básicamente, algo de grunge y mucha fusión. Me gusta el folklore y mi sonido preferido es la música del Brasil, desde el “forro”, el age, soul o funk. Música popular con rock, fusiones musicales sin límites, y mucho ruido, guitarras, batería, teclados y hasta sopranos retumban mi mente y ecosistema a toda hora: cuando leo, escribo, almuerzo, nado, me pongo feeling, triste, alegre, me acongojo, cuando estoy bellaco o sulfuroso, también cuando lo justo me acompaña: la onda me pone bondadoso y agraciado. En fin: la música me hace vivir.
El periodismo lo practico todos los días. Hago periodismo que me gusta y lo que me hace libre. Pienso, opino, escribo, manejo los cuentas de mis fanpages y difundo noticias de cultura alternativa desde Dosis o mis espacios virtuales. Además, en estos días de pandemia, estoy divirtiéndome mucho con los vivos/online desde mi fanpage. Todos los sábados a las 6 de la tarde salgo con Sesiones desde Cerro Azul, un espacio de entretenimiento cultural y de humor, donde sin cantar, canto; trato de dar algunos consejos de lecturas (qué libros pueden leer), o cuento anécdotas de libros o poemarios. También tengo un invitado, un disco de rock peruano el cual comento. Asimismo, reseñas de Blu-ray musicales, “pelas” de Netflix o algo que ayude a pasar el difícil momento de confinamiento que vivimos hoy en día. Comencé así. Ahora hago entrevistas por teléfono que me ligo de forma natural, y así voy reinventándome en el periodismo digital, con mucho amor y siempre risueño, a carcajadas de mí mismo.
Así pasan mis días... resistiendo... desde Cerro Azul al mundo.
Mario Vallejo
Periodista y productor, con amplia experiencia en el campo de la acción comunicacional, la prensa y el marketing. Gestor y activista cultural y medioambiental. Director de la publicación digital Dosis, Cultura Alternativa. Se desempeñó como director ejecutivo de PR, Comunicaciones Estratégicas y Prensa en JWT, agencia de publicidad transnacional desde el 2006. Ha sido responsable del manejo de importantes cuentas corporativas como La Noche de Barranco, TQ Producciones, Vivo x el Rock, además de una serie de festivales de arte, cultura, música, teatro, cine, fiestas electrónicas, y eventos de tecnología, ferias independientes a nivel nacional. Asimismo, se desempeñó como redactor principal de los diarios del grupo La República durante 15 años. Redactor principal de Cambio, Liberación, Onda, El Peruano, Expreso, Perú.com. Fue jefe de prensa del Instituto Nacional de Cultura (INC), productor de eventos culturales y jefe de prensa en Santa Natura. En el 2010 se asocia a Master Communications y a Búho Comunicaciones hasta el 2018.
Periodista y productor, con amplia experiencia en el campo de la acción comunicacional, la prensa y el marketing. Gestor y activista cultural y medioambiental. Director de la publicación digital Dosis, Cultura Alternativa. Se desempeñó como director ejecutivo de PR, Comunicaciones Estratégicas y Prensa en JWT, agencia de publicidad transnacional desde el 2006. Ha sido responsable del manejo de importantes cuentas corporativas como La Noche de Barranco, TQ Producciones, Vivo x el Rock, además de una serie de festivales de arte, cultura, música, teatro, cine, fiestas electrónicas, y eventos de tecnología, ferias independientes a nivel nacional. Asimismo, se desempeñó como redactor principal de los diarios del grupo La República durante 15 años. Redactor principal de Cambio, Liberación, Onda, El Peruano, Expreso, Perú.com. Fue jefe de prensa del Instituto Nacional de Cultura (INC), productor de eventos culturales y jefe de prensa en Santa Natura. En el 2010 se asocia a Master Communications y a Búho Comunicaciones hasta el 2018.
Información oficial sobre el coronavirus⤵️
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional