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Alexandra Gonzales Lozano: Corazón en cuarentena
Chiclayo, 28 de mayo de 2020
Sentir los ladrillos unidos por el cemento me recuerdan dónde estoy. Nunca pensé regresar a la casa de mi niñez, al menos, no de la manera en que lo hice: con poca ropa y creyendo que todo pasaría pronto. Un amor roto y una pandemia me han obligado a establecerme aquí. Y creo que no fue una mala decisión. Me siento en casa, a pesar de que no haya suficiente privacidad, ni comodidades a las que nos acostumbramos cuando vivimos sin padres; pero sobran las ventanas para disfrutar de las puestas de sol, hay un exceso de amor que se funde entre risas y gestos, y, sobre todo, personas, con quienes compartimos bromas, responsabilidades y penas.
Abunda la incertidumbre de cuándo se ordenará la vida, pero nos sobran las ganas de vivirla, de hacer planes cuando todo esto termine.
Abunda la incertidumbre de cuándo se ordenará la vida, pero nos sobran las ganas de vivirla, de hacer planes cuando todo esto termine.
Todo parece tan irreal. Lo que estamos viviendo y lo que sucede dentro de nosotros. Mi papá no ha dejado de silbar mientras trabaja pese a que el costo de los alimentos para los animales ha subido, pero no el precio de la carne que nos esforzamos por vender los fines de semana. Mi mamá no ha interrumpido su hábito de hacer postres, aunque las raciones de los insumos que compraba antes por un par de soles se hayan reducido. Mi hermana no ha dejado de planear actividades para sus niños a pesar de estar lejos de ellos y preocuparse cada día en recuperar el dinero invertido en los materiales que utilizaría en los talleres que quedaron cancelados hasta dios sabe cuándo.
Hemos aceptado lo que está pasando, pero no nos hemos querido rendir. No hemos bajado los brazos, tampoco nos hemos conformado. Salimos a la ciudad cada tres días para exponernos ante los demás y abastecernos de lo que necesitamos, aunque en estos momentos requerimos de amor más que de cualquier otra cosa. Amor para comprender, amor para seguir, amor para respetar y amor para sobreponernos a lo que viene. No queremos que nadie falte, pero sabemos que no volveremos a ver a alguien. Cercano o lejano, querido o conocido, bueno o malo, alguien nos faltara, y espero que no sea alguien a quién le debíamos palabras, cariños o una declaración que no dijimos a tiempo porque el orgullo nos ganó.
La vida es un misterio y esta es otra de sus encrucijadas que nos ha cambiado las reglas del juego.
Hemos aceptado lo que está pasando, pero no nos hemos querido rendir. No hemos bajado los brazos, tampoco nos hemos conformado. Salimos a la ciudad cada tres días para exponernos ante los demás y abastecernos de lo que necesitamos, aunque en estos momentos requerimos de amor más que de cualquier otra cosa. Amor para comprender, amor para seguir, amor para respetar y amor para sobreponernos a lo que viene. No queremos que nadie falte, pero sabemos que no volveremos a ver a alguien. Cercano o lejano, querido o conocido, bueno o malo, alguien nos faltara, y espero que no sea alguien a quién le debíamos palabras, cariños o una declaración que no dijimos a tiempo porque el orgullo nos ganó.
La vida es un misterio y esta es otra de sus encrucijadas que nos ha cambiado las reglas del juego.
Alexandra Iracema Gonzales Lozano
Nació un 7 de agosto, en Lima, Perú. Cursó la carrera profesional de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. En el 2014 se unió a Agenda CIX, cumpliendo la labor de corresponsal para años más tarde ser nombrada como coordinadora general. Se desempeñó como editora de la revista Dí Chiclayo, redactora web en diario La República y relacionista comunitaria en la azucarera Cartavio.
Nació un 7 de agosto, en Lima, Perú. Cursó la carrera profesional de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. En el 2014 se unió a Agenda CIX, cumpliendo la labor de corresponsal para años más tarde ser nombrada como coordinadora general. Se desempeñó como editora de la revista Dí Chiclayo, redactora web en diario La República y relacionista comunitaria en la azucarera Cartavio.
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