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Xiomara López: Desigualdad y olvido… los verdaderos virus
Chiclayo, 20 de julio de 2020
Me preguntaba qué escribir en tiempos donde mi voluntad se toma varios días de vacaciones (pese a los múltiples quehaceres), donde la incertidumbre nos abraza con esmero, donde las noticias dolorosas están a la vuelta de la esquina y, como si fuera poco, tenemos que lidiar con la mezquindad de autoridades incompetentes frente a la necesidad de las/los más vulnerables alrededor del país.
Son tiempos difíciles y la impotencia me ha embargado más de una vez, porque parece que la vida de nuestros seres queridos, cual arena, se nos escabulle entre los dedos. Me ha tocado ser fuerte y brindar soporte a amigos cercanos que han sufrido por la pérdida de familiares y terminar con el corazón destrozado por no saber cómo más apoyar, con la rabia de vivir en un país que negocia, se enriquece y lucra con la salud y la esperanza de vida de sus habitantes.
Hemos estado encerrados durante tres meses, con cifras de víctimas mortales e infectados en ascenso, todos los días, con la preocupación por las personas cercanas que son más vulnerables por algunas condiciones físicas, siguiendo una y mil recetas “chamanezcas” para salvaguardar nuestra integridad o simplemente para calmar nuestra ansiedad.
Son tiempos difíciles y la impotencia me ha embargado más de una vez, porque parece que la vida de nuestros seres queridos, cual arena, se nos escabulle entre los dedos. Me ha tocado ser fuerte y brindar soporte a amigos cercanos que han sufrido por la pérdida de familiares y terminar con el corazón destrozado por no saber cómo más apoyar, con la rabia de vivir en un país que negocia, se enriquece y lucra con la salud y la esperanza de vida de sus habitantes.
Hemos estado encerrados durante tres meses, con cifras de víctimas mortales e infectados en ascenso, todos los días, con la preocupación por las personas cercanas que son más vulnerables por algunas condiciones físicas, siguiendo una y mil recetas “chamanezcas” para salvaguardar nuestra integridad o simplemente para calmar nuestra ansiedad.
En estos tiempos no solo se han paralizado nuestros proyectos, emprendimientos, viajes y metas a corto plazo, sino que también se han vulnerado derechos laborales, de acceso a la salud, sexuales y reproductivos, entre otros. Nos encontramos en un contexto trágico y desolador, las desigualdades golpean incesantes a los más pobres, las ollas comunes han surgido como respuesta para calmar el hambre en el Perú, miles de niñas y niños no pueden acceder a la educación “universal, gratuita y obligatoria”, la violencia en los hogares no ha frenado por la COVID-19, la suspensión ha sido perfecta para los más poderosos, la reactivación económica que todavía no se siente, precios elevados en los mercados de nuestro país, y mientras todo esto sucede, autoridades y funcionarios improvisados juegan a ser los “héroes de la pandemia”, los mismo que aprovechan el estado de emergencia para disponer de los recursos del Estado con poca fiscalización.
Soy de las personas afortunadas que conserva su trabajo y la alegría de compartir espacio con personas muy valiosas, con las que podemos reflexionar, proponer y aprender juntas/os sobre las distintas maneras de aportar en esta pandemia, y muy al estilo con el que me dirijo a ellos, comento, frente a todo lo conocido por los medios de comunicación o sentido en nuestra propia carne, que tenemos desafíos grandes. Creo que todas las personas podemos aportar desde nuestro espacio: ser pequeñas baterías de energía para quienes sufren, ser los maestros para quienes necesitan orientación con los dispositivos electrónicos, aportar con el corazón en las cadenas solidarias, promover la información oficial, esto quiere decir, no contribuir a la ola de pánico que generan las fake news, denunciar las injusticias, generar iniciativas desde nuestras organizaciones sociales, hacer uso de nuestros derechos ciudadanos, vigilar de manera virtual, a través de las plataformas de transparencia, los recursos del Estado, su avance y ejecución, para tener una mirada objetiva de la manera en que se está enfrentando esta crisis.
Finalizo diciendo que esta es una lucha que aún no finaliza y nos cuesta mucho manejar, que la comodidad y calor de nuestro hogar no nos quite la empatía y solidaridad. Cuidemos de los nuestros y no olvidemos que nuestra realidad es diversa. Trabajemos desde nuestro espacio para la construcción de un país más justo, humano y digno.
Finalizo diciendo que esta es una lucha que aún no finaliza y nos cuesta mucho manejar, que la comodidad y calor de nuestro hogar no nos quite la empatía y solidaridad. Cuidemos de los nuestros y no olvidemos que nuestra realidad es diversa. Trabajemos desde nuestro espacio para la construcción de un país más justo, humano y digno.
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