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Lady Vinces Cruz: Nuestra pandemia
Chiclayo, 3 de agosto de 2020
El miedo se apodera de nuestros sueños, se desvanecen las fotos familiares en nuestras casas. Lo que sentíamos muy lejano, y de otro mundo, tocó la puerta. Las redes sociales se convertían en obituarios diarios, unos más sorprendentes y desgarradores que otros, agregando a esto que todo ritual de despedida quedó prohibido, lo cual enconó aún más el duelo. Duro, pero real.
Declararon la pandemia, cerraron todos los espacios públicos, toda actividad que indique aglomeración de personas. Entendible completamente ya que la salud pública estaba en juego. La organización que dirijo, el Cineclub de Lambayeque, había inaugurado recientemente su Centro Cultural, teniendo este 2020 una sede propia: una casa de tres pisos acondicionada y equipada para que funcione con diferentes actividades diarias, vinculadas al audiovisual. Pero, las cosas cambiaron su rumbo y también priorizamos la salud de nuestros asistentes, decidiendo cerrar el espacio por el tiempo que determine el Gobierno nacional, y el que sea necesario, por la salvaguarda de la salud de todos.
Declararon la pandemia, cerraron todos los espacios públicos, toda actividad que indique aglomeración de personas. Entendible completamente ya que la salud pública estaba en juego. La organización que dirijo, el Cineclub de Lambayeque, había inaugurado recientemente su Centro Cultural, teniendo este 2020 una sede propia: una casa de tres pisos acondicionada y equipada para que funcione con diferentes actividades diarias, vinculadas al audiovisual. Pero, las cosas cambiaron su rumbo y también priorizamos la salud de nuestros asistentes, decidiendo cerrar el espacio por el tiempo que determine el Gobierno nacional, y el que sea necesario, por la salvaguarda de la salud de todos.
Los días pasaron, la curva de incertidumbre tenía picos semanales, los amigos y familias enfermaban, las atenciones primarias no existían, el caos y descontrol se vivía en todas partes. Decidimos iniciar un ciclo de conversatorios virtuales con compañeros dedicados también a la exhibición alternativa. Necesitábamos saber qué pasaba con ellos y cuáles eran las expectativas de lo que vendría. La conclusión: irse adaptando a los nuevos formatos, ir probando nuevas herramientas, pero siempre conservando la ilusión de volver a nuestra esencia: la de los cine-foros, la del encuentro entre personas alrededor de la imagen para la generación de diálogo y reflexión con grupos humanos.
Como equipo, y personalmente, determinamos que, si se tiene que esperar, se esperaría el tiempo que sea necesario. No siento que sea un fracaso el haber cerrado. No siento que la pandemia haya arruinado todo en relación con el centro cultural que inauguramos este año, o que sea el fin de mi organización. Naturalmente, sí la afecta, tanto a mí, como a todos sus miembros, pero somos conscientes de que los proyectos deben descansar, tomar una pausa, no caer en la falacia de aparentemente seguir haciendo solo por la sensación de productividad.
Como equipo, y personalmente, determinamos que, si se tiene que esperar, se esperaría el tiempo que sea necesario. No siento que sea un fracaso el haber cerrado. No siento que la pandemia haya arruinado todo en relación con el centro cultural que inauguramos este año, o que sea el fin de mi organización. Naturalmente, sí la afecta, tanto a mí, como a todos sus miembros, pero somos conscientes de que los proyectos deben descansar, tomar una pausa, no caer en la falacia de aparentemente seguir haciendo solo por la sensación de productividad.
Considero que el “quehacer” llegará con el tiempo —y no como antes— pues nosotros también estamos en proceso de transformación, asimilando nuevos paradigmas, entrenándonos para este nuevo episodio de la historia que nos tocará vivir, desde la honestidad de nuestros principios, hasta cuando el camino llegue a su fin.
La pandemia ha evidenciado —con mucha más violencia— lo precario de las situaciones de promotores y agentes culturales locales: no contar con seguros de salud para atención inmediata, ni un gremio sólido que pueda sostenerlos en una emergencia así. Esto pone en vitrina lo necesario que es organizarse para construir políticas públicas culturales en defensa y protección de ciudadanos que ejerzan este trabajo y que dependan exclusivamente de él. Hay que decirlo, mantenemos un escaso nivel de trabajo comunal de parte del sector. Esto, que ya no es una alternativa, sino una urgencia, es vital, pues moviliza fuerzas comunes para brindar ayuda inmediata, sosteniendo al que se encuentra en mayor vulnerabilidad. Hemos visto que organizaciones sociales tomaron la respetable decisión de ayudar en medio de esta crisis, totalmente plausible y esperanzadora acción. Son un buen ejemplo para empezar
La pandemia ha evidenciado —con mucha más violencia— lo precario de las situaciones de promotores y agentes culturales locales: no contar con seguros de salud para atención inmediata, ni un gremio sólido que pueda sostenerlos en una emergencia así. Esto pone en vitrina lo necesario que es organizarse para construir políticas públicas culturales en defensa y protección de ciudadanos que ejerzan este trabajo y que dependan exclusivamente de él. Hay que decirlo, mantenemos un escaso nivel de trabajo comunal de parte del sector. Esto, que ya no es una alternativa, sino una urgencia, es vital, pues moviliza fuerzas comunes para brindar ayuda inmediata, sosteniendo al que se encuentra en mayor vulnerabilidad. Hemos visto que organizaciones sociales tomaron la respetable decisión de ayudar en medio de esta crisis, totalmente plausible y esperanzadora acción. Son un buen ejemplo para empezar
La salud de mi familia se resquebrajó y, en mi experiencia, la cadena de amistades ha sido (es) un soporte fortísimo para conseguir medicación, atención, soporte emocional. Una cadena de favores de la que florece solo solidaridad. Fueron esas manos que te permiten seguir cruzando a pesar del terror, lo que me hace creer en que esa debe ser la consigna en adelante. Ya no solo un bonito gesto o que merezca gratitud, sino una actitud frente a la vida.
Durante todo este tiempo nos enseñaron que la “competencia” es lo más importante, el mostrarse mejor que otro, el estar por encima del otro ¿para qué? para generar y acumular adjetivos que llenarán (inconscientemente) la sensación de superioridad que, hemos visto, no sirve de nada. La pandemia nos ha demostrado que nuestra salud depende del cuidado del otro, que somos un colectivo, pero ese colectivo inicia por uno mismo, para luego aprender a convivir.
Durante todo este tiempo nos enseñaron que la “competencia” es lo más importante, el mostrarse mejor que otro, el estar por encima del otro ¿para qué? para generar y acumular adjetivos que llenarán (inconscientemente) la sensación de superioridad que, hemos visto, no sirve de nada. La pandemia nos ha demostrado que nuestra salud depende del cuidado del otro, que somos un colectivo, pero ese colectivo inicia por uno mismo, para luego aprender a convivir.
Mi agradecimiento público a mi familia nuclear, a los amigos que son como mi familia, y a mis compañeros de amor y fuerza, los miembros del Cineclub de Lambayeque: Carlos Mendoza, Heydi Pastor, César Vargas, Luis Camasca, Miguel Cabeza y Lis Montenegro. Nuestra pequeña comunidad que ahora reposa en medio del caos, volviendo a sus fuentes para refrescarse y cuestionarse una vez más el sentido real de su existencia, esperando retornar con una nueva visión sobre su rol dentro de una comunidad más grande, en la que, a pesar de todo, siempre tendremos el deseo de forjar el inicio de una mejor historia pues creemos en la construcción de ciudadanía, desde el espacio que nos toca.
Lo que quiero decir es que repensemos nuestras responsabilidades, repensemos nuestros objetivos en este territorio, repensemos qué es lo más valioso en la vida, repensemos nuestros privilegios, repensemos nuestras debilidades y, sobre todo, repensemos nuestra humanidad —todos los días — aunque nos duela. Tal vez así podríamos aprender algo.
Lo que quiero decir es que repensemos nuestras responsabilidades, repensemos nuestros objetivos en este territorio, repensemos qué es lo más valioso en la vida, repensemos nuestros privilegios, repensemos nuestras debilidades y, sobre todo, repensemos nuestra humanidad —todos los días — aunque nos duela. Tal vez así podríamos aprender algo.
Lady Vinces Cruz (1990)
Comunicadora Social por la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, con experiencia en gestión y ejecución de proyectos artísticos-culturales. Productora audiovisual en producciones regionales y nacionales. Ha trabajado en la jefatura de comunicaciones de instituciones públicas y privadas. Es directora del Cineclub de Lambayeque, espacio independiente y de exhibición alternativa en la región Lambayeque con más de 12 años de permanencia. |
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