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Roy Vega Jácome: “La poesía me ha salvado muchas veces de los avatares de la cotidianeidad”
Entrevista realizada por: Katherine Medina Rondón
Roy Vega Jácome (Lima, 1988). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su poemario Rumores de un arpa retorciéndos en la hoguera (Dedo Crítico, 2014) obtuvo una mención honrosa en el VII Concurso Nacional de Poesía “José Watanabe Varas 2011”, organizado por la Asociación Peruano Japonesa. En el 2015, su obra Muestra de arte disecado (Ediciones Copé, en prensa) fue galardonada con el Premio Copé de Plata de la XVII Bienal de Poesía de Petroperú. A la par que su labor poética, se desempeña como corrector de estilo y redactor cultural.
Para ti, ¿qué es la poesía?
Es una catarsis. Es el espacio inalterable de mi soledad. Es un santuario. Un manantial oculto, soñado, imaginado.
Podría decir que la poesía me ha salvado muchas veces de los avatares de la cotidianeidad. Es un recinto en el que vuelco absolutamente todo lo que ocurre en mi vida. Te confieso que, en vez de llevar un diario, me dedico a pergeñar poemas.
El lírico, para mí, es el género que tiene la menor carga de ficción. No concibo otra forma de escribir poesía: es, por excelencia, el acto de convertir en ritmo, palabra e imagen todas tus experiencias, tus amores frustrados, tus alegrías, tus recuerdos, tus obsesiones más perversas.
En suma, la poesía es una manifestación artística que, como quería Westphalen, nos permite abolir la muerte aunque sea por unos pocos momentos. Es uno de nuestros últimos reductos para la crítica, la reflexión, la automirada, el autoconocimiento. Quizás peque de idealista, pero todavía creo en su carácter redentor.
¿Qué opinas de la literatura en la red y de esta como un soporte literario? Muchos jóvenes de tu generación se han dado a conocer gracias a estos medios.
El internet ha democratizado las prácticas culturales más diversas. Eso me parece positivo. No veo por qué habría de condenarse. Quizás lo condenable podría ser el figuretismo.
Eso de “darse a conocer”, te lo digo con sinceridad, no es algo que me interese mucho. Es mejor trabajar en silencio porque ello te permite configurar una obra. Ojo: no un libro; una obra. Eso es a lo que aspiro yo.
En lo personal, no suelo colocar mis textos en los soportes digitales. Soy reticente en ese sentido. Me gusta más la idea de tener una obra cohesionada y no fragmentada o dispersa en los rincones más oscuros de la web. Esa también es una actitud frente a la literatura: la fragmentación, la dispersión del discurso. Muy posmoderno todo. O muy hípster, dirían sus detractores.
Sea como sea, cualesquiera sean los soportes empleados por nuestros nuevos escritores (últimamente también ha surgido el fenómeno del booktuber o crítico literario de la Revolución Tecnológica), hay algo que creo firmemente: para ser escritor, debes tener las lecturas correctas y las vivencias incorrectas.
Si no lees, estás frito. Y digo leer de todo: a Dante, a Dostoievski, a Virginia, a Bolaño, a Onetti, a Varguitas, a Moro, al Marqués, a Luchito Hernández, a Van Gogh (tiene cartas que son verdaderos poemas, créeme); y también a tus contemporáneos, para que cuentes con una brújula generacional (aunque algunos prefieran ignorar esto).
Al final, todo desemboca en la lectura y la práctica escritural constantes, más allá del soporte empleado.
Se habla mucho del futuro del libro digital como una alternativa al formato convencional. ¿Qué opinas al respecto?
Pienso que estamos viviendo la Revolución Tecnológica (así, con mayúsculas, pues se trata de un periodo que los historiadores del futuro deberán consignar) y sería ingenuo ir a contracorriente de los avances digitales.
Quizás el libro pase a formar una pieza de museo en unas cuantas décadas. Solo los románticos leeremos en papel. Será un objeto de colección. El hombre cotidiano leerá en pantallas, en relojes con hologramas o utilizando cascos de realidad virtual.
Viviremos en una novela de Bradbury o Asimov. Quién sabe. Pero el hombre siempre escribirá. Siempre querrá diseccionar sus sentimientos a través de la palabra, porque la palabra es memoria, recuerdo, vitalidad, trascendencia.
Quizás en un futuro yo también me convierta en un usuario de estos dispositivos. Sin embargo, de alguna manera volveré a mis viejos y polvorientos libros. A lo mejor, oscilar entre uno y otro mecanismo sea placentero. Es algo que no me angustia.
Roy Vega Jácome (Lima, 1988). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su poemario Rumores de un arpa retorciéndos en la hoguera (Dedo Crítico, 2014) obtuvo una mención honrosa en el VII Concurso Nacional de Poesía “José Watanabe Varas 2011”, organizado por la Asociación Peruano Japonesa. En el 2015, su obra Muestra de arte disecado (Ediciones Copé, en prensa) fue galardonada con el Premio Copé de Plata de la XVII Bienal de Poesía de Petroperú. A la par que su labor poética, se desempeña como corrector de estilo y redactor cultural.
Para ti, ¿qué es la poesía?
Es una catarsis. Es el espacio inalterable de mi soledad. Es un santuario. Un manantial oculto, soñado, imaginado.
Podría decir que la poesía me ha salvado muchas veces de los avatares de la cotidianeidad. Es un recinto en el que vuelco absolutamente todo lo que ocurre en mi vida. Te confieso que, en vez de llevar un diario, me dedico a pergeñar poemas.
El lírico, para mí, es el género que tiene la menor carga de ficción. No concibo otra forma de escribir poesía: es, por excelencia, el acto de convertir en ritmo, palabra e imagen todas tus experiencias, tus amores frustrados, tus alegrías, tus recuerdos, tus obsesiones más perversas.
En suma, la poesía es una manifestación artística que, como quería Westphalen, nos permite abolir la muerte aunque sea por unos pocos momentos. Es uno de nuestros últimos reductos para la crítica, la reflexión, la automirada, el autoconocimiento. Quizás peque de idealista, pero todavía creo en su carácter redentor.
¿Qué opinas de la literatura en la red y de esta como un soporte literario? Muchos jóvenes de tu generación se han dado a conocer gracias a estos medios.
El internet ha democratizado las prácticas culturales más diversas. Eso me parece positivo. No veo por qué habría de condenarse. Quizás lo condenable podría ser el figuretismo.
Eso de “darse a conocer”, te lo digo con sinceridad, no es algo que me interese mucho. Es mejor trabajar en silencio porque ello te permite configurar una obra. Ojo: no un libro; una obra. Eso es a lo que aspiro yo.
En lo personal, no suelo colocar mis textos en los soportes digitales. Soy reticente en ese sentido. Me gusta más la idea de tener una obra cohesionada y no fragmentada o dispersa en los rincones más oscuros de la web. Esa también es una actitud frente a la literatura: la fragmentación, la dispersión del discurso. Muy posmoderno todo. O muy hípster, dirían sus detractores.
Sea como sea, cualesquiera sean los soportes empleados por nuestros nuevos escritores (últimamente también ha surgido el fenómeno del booktuber o crítico literario de la Revolución Tecnológica), hay algo que creo firmemente: para ser escritor, debes tener las lecturas correctas y las vivencias incorrectas.
Si no lees, estás frito. Y digo leer de todo: a Dante, a Dostoievski, a Virginia, a Bolaño, a Onetti, a Varguitas, a Moro, al Marqués, a Luchito Hernández, a Van Gogh (tiene cartas que son verdaderos poemas, créeme); y también a tus contemporáneos, para que cuentes con una brújula generacional (aunque algunos prefieran ignorar esto).
Al final, todo desemboca en la lectura y la práctica escritural constantes, más allá del soporte empleado.
Se habla mucho del futuro del libro digital como una alternativa al formato convencional. ¿Qué opinas al respecto?
Pienso que estamos viviendo la Revolución Tecnológica (así, con mayúsculas, pues se trata de un periodo que los historiadores del futuro deberán consignar) y sería ingenuo ir a contracorriente de los avances digitales.
Quizás el libro pase a formar una pieza de museo en unas cuantas décadas. Solo los románticos leeremos en papel. Será un objeto de colección. El hombre cotidiano leerá en pantallas, en relojes con hologramas o utilizando cascos de realidad virtual.
Viviremos en una novela de Bradbury o Asimov. Quién sabe. Pero el hombre siempre escribirá. Siempre querrá diseccionar sus sentimientos a través de la palabra, porque la palabra es memoria, recuerdo, vitalidad, trascendencia.
Quizás en un futuro yo también me convierta en un usuario de estos dispositivos. Sin embargo, de alguna manera volveré a mis viejos y polvorientos libros. A lo mejor, oscilar entre uno y otro mecanismo sea placentero. Es algo que no me angustia.
Hace poco obtuviste el Premio Copé de Plata y el poemario está próximo a ser publicado y presentado… Para quien no lo sabe, nosotros guardamos una amistad muy estrecha y creo que fui una de las primeras personas en leer Muestra de arte disecado. Según mi parecer, aún te quedan rezagos del barroquismo de tu anterior libro, Rumores de un arpa retorciéndose en la hoguera… ¿Consideras que ya has encontrado tu voz poética?
Mi primer libro fue un experimento personal de cabo a rabo. Solo decidí lanzarme con todo… Como dije al inicio, prácticamente narré una etapa de mi vida, pero con poemas. Por aquellos años estaba muy influenciado por Moro y Westphalen, y creo que su impronta es muy notoria. Algunos han dicho que es algo barroco, que hay un puñado de poemas rescatables, que todavía peco de pulpín en algunos pasajes, que la segunda sección es desconcertante y desentona con el resto del libro… Son lecturas sobre las que no puedo opinar, porque la poesía es justamente eso: diversidad de miradas y puntos de vista.
En Muestra…, como no podía ser de otra forma, también “narré con poemas” otra etapa de mi vida. Imposible decirte si encontré mi “voz poética”. Es algo muy complejo porque la voz poética uno la tiene desde sus inicios. A lo mejor lo que se va encontrando a lo largo del tiempo es un sello único en tu escritura, aquello que te diferencia de los demás. Eso no sé si lo habré alcanzado aún; la verdad, lo dudo seriamente.
Esto de ser escritor es un trabajo de nunca acabar, de estar reinventándose, de autoexplorarse y darse cuenta de que uno cambia con el tiempo y, por ende, cambia la escritura y cambia la “voz”. Es un placer tortuoso… Como decía Quevedo, “es hielo abrasador, / es fuego helado”.
Háblame un poco sobre la concepción de Muestra… y cuéntame sobre tus planes próximos en cuanto a la producción literaria.
Luego de la publicación de Rumores…, me quedé en blanco. Verás, yo soy alguien que escribe en serio cuando le suceden cosas fuertes. O sea, ante una experiencia jodida de verdad, respondo con un nuevo proyecto. Quizás sea la necesidad de catarsis, como te dije antes.
El primer libro nació a partir de potente sentimiento de amor frustrado que mis candorosos veinte años convirtieron en una hecatombe que ahora, pasado el tiempo, miro con ternura.
Este segundo libro comenzó a gestarse en serio a partir de otro evento imborrable en mi vida: la muerte de mi padre. No en vano el primer poema de Muestra… está dedicado a él: es una suerte de reconciliación, de reencuentro con los orígenes.
Este hecho principal se mezcló con otros que me sucedieron luego, involucrados con el amor, la soledad, el desengaño… Esto ocurrió más o menos en el 2014, poco tiempo después de la muerte de mi viejo y la publicación de Rumores… Sin embargo, algunos poemas ya los venía trabajando desde antes, pero solo pasaron a formar parte de un corpus luego de que este suceso poderosísimo me removiera el espíritu y me diera la idea de un libro.
Verás, siempre me ocurre así: escribo varios poemas a veces sin una idea fija; pero, luego de que me sucede algo caótico, los poemas van cobrando sentido, van hilándose unos con otros, van cambiando de posición hasta formar secciones, y después un libro.
En cuanto al poemario en sí, difícil darte una respuesta. Creo que Muestra… habla de muchos temas, los temas recurrentes del hombre desde que es hombre, pero contados por mí, desde mi perspectiva más personal. Habla un poco de la familia; de cómo comenzamos a cuestionarnos todo aquello que nos ha sido impuesto y nos aislamos para darnos de bruces con el mundo; del papel redentor de la poesía y, por extensión, del arte…
Algo así pensaba al darle forma, pero no te podría especificar qué aspectos se mantienen o cuáles han cambiado. Que cada lector le dé su significado o “no significado” propio. El segundo muchachón ya está por salir de la puerta del horno y deberá defenderse solo. Yo me quedaré como ese yo poético del poema “Casa de cuervos”, de Blanca Varela: con algo de nostalgia por el hijo que se va, pero con la idea fija de que ya no tengo ningún derecho sobre él.
En cuanto al futuro, ya he finalizado un tercer poemario que (pienso) guarda ciertos vasos comunicantes con los otros dos (tanto por los temas trabajados como por su génesis en un periodo de crisis personal). Así, sin pensarlo demasiado, hace unos meses se me ocurrió la idea de gestar una trilogía. Con este tercer libro definitivamente cerraré un ciclo de mi vida. Le estoy dando algunas correcciones y después lo dejaré en reposo. Trato de no apurarme porque, como te dije antes, eso es lo peor cuando lo que quieres es edificar una obra…
Dentro de algunos años espero publicar los tres volúmenes en un solo texto, pero ello es tan solo un bosquejo. Sin embargo, tengo mucha fe en que se concretará. Luego de ello acaso deje de escribir por un buen tiempo.
Me gustaría que finalices con un mensaje para todos aquellos que se inician en el mundo escritural y en el medio literario.
Que tengan huevos y ovarios de acero. Pero les desaconsejaría “iniciarse en el mundo literario”; que se inicien en su propio mundo y no se desgañiten queriendo figurar. Todo cae por su propio peso.
Si lo que escribes tiene calidad, las cosas llegarán por sí solas. En esta época de argollas, amiguismos, agentes literarios encubiertos y transnacionales que lucran con la cultura, lo mejor es aguardar el juicio del tiempo.
Organiza bien tus lecturas, ándate de tragos de vez en cuando, corrige tus textos hasta la obsesión, evita hablar demasiado con otros escritores, ama y obsesiónate por quien lo merece o no, recolecta en un saco de doble funda tus malas experiencias y convierte todo en signos.
Al final, todo es chamba. Para ser escritor, debes elegir las lecturas correctas y las vivencias incorrectas. Música elevada a la “n” potencia. Un poco de compromiso social, pero sin comprometer tu arte. Saber balancear las cosas y tener sentido común. Disculpa si he hablado un poco como Deepak Chopra. Me dirijo sobre todos a los pulpines. Dedíquense a escribir y manden a la mierda lo demás.
Entrevista publicada en Agenda CIX el 8 de abril de 2016.
Mi primer libro fue un experimento personal de cabo a rabo. Solo decidí lanzarme con todo… Como dije al inicio, prácticamente narré una etapa de mi vida, pero con poemas. Por aquellos años estaba muy influenciado por Moro y Westphalen, y creo que su impronta es muy notoria. Algunos han dicho que es algo barroco, que hay un puñado de poemas rescatables, que todavía peco de pulpín en algunos pasajes, que la segunda sección es desconcertante y desentona con el resto del libro… Son lecturas sobre las que no puedo opinar, porque la poesía es justamente eso: diversidad de miradas y puntos de vista.
En Muestra…, como no podía ser de otra forma, también “narré con poemas” otra etapa de mi vida. Imposible decirte si encontré mi “voz poética”. Es algo muy complejo porque la voz poética uno la tiene desde sus inicios. A lo mejor lo que se va encontrando a lo largo del tiempo es un sello único en tu escritura, aquello que te diferencia de los demás. Eso no sé si lo habré alcanzado aún; la verdad, lo dudo seriamente.
Esto de ser escritor es un trabajo de nunca acabar, de estar reinventándose, de autoexplorarse y darse cuenta de que uno cambia con el tiempo y, por ende, cambia la escritura y cambia la “voz”. Es un placer tortuoso… Como decía Quevedo, “es hielo abrasador, / es fuego helado”.
Háblame un poco sobre la concepción de Muestra… y cuéntame sobre tus planes próximos en cuanto a la producción literaria.
Luego de la publicación de Rumores…, me quedé en blanco. Verás, yo soy alguien que escribe en serio cuando le suceden cosas fuertes. O sea, ante una experiencia jodida de verdad, respondo con un nuevo proyecto. Quizás sea la necesidad de catarsis, como te dije antes.
El primer libro nació a partir de potente sentimiento de amor frustrado que mis candorosos veinte años convirtieron en una hecatombe que ahora, pasado el tiempo, miro con ternura.
Este segundo libro comenzó a gestarse en serio a partir de otro evento imborrable en mi vida: la muerte de mi padre. No en vano el primer poema de Muestra… está dedicado a él: es una suerte de reconciliación, de reencuentro con los orígenes.
Este hecho principal se mezcló con otros que me sucedieron luego, involucrados con el amor, la soledad, el desengaño… Esto ocurrió más o menos en el 2014, poco tiempo después de la muerte de mi viejo y la publicación de Rumores… Sin embargo, algunos poemas ya los venía trabajando desde antes, pero solo pasaron a formar parte de un corpus luego de que este suceso poderosísimo me removiera el espíritu y me diera la idea de un libro.
Verás, siempre me ocurre así: escribo varios poemas a veces sin una idea fija; pero, luego de que me sucede algo caótico, los poemas van cobrando sentido, van hilándose unos con otros, van cambiando de posición hasta formar secciones, y después un libro.
En cuanto al poemario en sí, difícil darte una respuesta. Creo que Muestra… habla de muchos temas, los temas recurrentes del hombre desde que es hombre, pero contados por mí, desde mi perspectiva más personal. Habla un poco de la familia; de cómo comenzamos a cuestionarnos todo aquello que nos ha sido impuesto y nos aislamos para darnos de bruces con el mundo; del papel redentor de la poesía y, por extensión, del arte…
Algo así pensaba al darle forma, pero no te podría especificar qué aspectos se mantienen o cuáles han cambiado. Que cada lector le dé su significado o “no significado” propio. El segundo muchachón ya está por salir de la puerta del horno y deberá defenderse solo. Yo me quedaré como ese yo poético del poema “Casa de cuervos”, de Blanca Varela: con algo de nostalgia por el hijo que se va, pero con la idea fija de que ya no tengo ningún derecho sobre él.
En cuanto al futuro, ya he finalizado un tercer poemario que (pienso) guarda ciertos vasos comunicantes con los otros dos (tanto por los temas trabajados como por su génesis en un periodo de crisis personal). Así, sin pensarlo demasiado, hace unos meses se me ocurrió la idea de gestar una trilogía. Con este tercer libro definitivamente cerraré un ciclo de mi vida. Le estoy dando algunas correcciones y después lo dejaré en reposo. Trato de no apurarme porque, como te dije antes, eso es lo peor cuando lo que quieres es edificar una obra…
Dentro de algunos años espero publicar los tres volúmenes en un solo texto, pero ello es tan solo un bosquejo. Sin embargo, tengo mucha fe en que se concretará. Luego de ello acaso deje de escribir por un buen tiempo.
Me gustaría que finalices con un mensaje para todos aquellos que se inician en el mundo escritural y en el medio literario.
Que tengan huevos y ovarios de acero. Pero les desaconsejaría “iniciarse en el mundo literario”; que se inicien en su propio mundo y no se desgañiten queriendo figurar. Todo cae por su propio peso.
Si lo que escribes tiene calidad, las cosas llegarán por sí solas. En esta época de argollas, amiguismos, agentes literarios encubiertos y transnacionales que lucran con la cultura, lo mejor es aguardar el juicio del tiempo.
Organiza bien tus lecturas, ándate de tragos de vez en cuando, corrige tus textos hasta la obsesión, evita hablar demasiado con otros escritores, ama y obsesiónate por quien lo merece o no, recolecta en un saco de doble funda tus malas experiencias y convierte todo en signos.
Al final, todo es chamba. Para ser escritor, debes elegir las lecturas correctas y las vivencias incorrectas. Música elevada a la “n” potencia. Un poco de compromiso social, pero sin comprometer tu arte. Saber balancear las cosas y tener sentido común. Disculpa si he hablado un poco como Deepak Chopra. Me dirijo sobre todos a los pulpines. Dedíquense a escribir y manden a la mierda lo demás.
Entrevista publicada en Agenda CIX el 8 de abril de 2016.