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El proceso de duelo en los niños: Consejos para padres y tutores
Por María Alejandra Gómez Francia
Chiclayo, 7 de octubre de 2020
La actual situación sanitaria ha acercado a nuestros niños a la idea de la muerte haciendo que este tema, usualmente oculto a los más pequeños, empiece a formar parte de su vocabulario y sus preocupaciones. Muchos de ellos han visto a sus familiares sufrir debido a la muerte de alguien cercano o incluso experimentado la pérdida de un ser querido. Sin embargo, esta experiencia no produce las mismas reacciones en niños y adultos, por lo que su manejo puede ser confuso para los cuidadores, así como para el menor. Por ello, es importante contar con estas pautas generales sobre qué acciones y actitudes pueden favorecer a los niños en el tránsito de un duelo saludable ante pérdidas significativas.
1. Comunicarle el fallecimiento de manera oportuna, con un lenguaje adecuado a su edad
Tener información clara sobre el fallecimiento ayudará al niño a comprender el comportamiento de sus familiares y las situaciones que se desencadenen del mismo. Es importante no dar por hecho que por ser pequeño “no se dará cuenta” o que “al comunicarle el tema le ocasionamos un trauma”. Una persona con un vínculo cercano, de preferencia su cuidador principal, debe informarle lo ocurrido lo antes posible, cuidando que se dé en un ambiente de intimidad, tranquilidad y confianza.
Hasta los 6 años, podemos comunicarles que “el cuerpo de su ser querido ha dejado de funcionar”, como sucede con los juguetes o artefactos. Evitemos frases como “está durmiendo” o “se fue de viaje” ya que a esta edad el pensamiento mágico influye mucho en su estado de ánimo y puede ocasionarles angustia al pensar que están ante un peligro inminente mientras duermen o se alejan de sus seres queridos.
A partir de los 6 años es probable que tengan mayor noción sobre el tema. Debe brindarse información clara y adecuada a su edad e intentar resolver sus dudas con una actitud paciente. Es importante aclarar que la muerte es parte del proceso vital y que por más que lo deseemos, no tiene vuelta atrás.
Hasta los 6 años, podemos comunicarles que “el cuerpo de su ser querido ha dejado de funcionar”, como sucede con los juguetes o artefactos. Evitemos frases como “está durmiendo” o “se fue de viaje” ya que a esta edad el pensamiento mágico influye mucho en su estado de ánimo y puede ocasionarles angustia al pensar que están ante un peligro inminente mientras duermen o se alejan de sus seres queridos.
A partir de los 6 años es probable que tengan mayor noción sobre el tema. Debe brindarse información clara y adecuada a su edad e intentar resolver sus dudas con una actitud paciente. Es importante aclarar que la muerte es parte del proceso vital y que por más que lo deseemos, no tiene vuelta atrás.
2. Tomar en cuenta las diferencias entre el proceso del adulto y el del niño
El manejo de emociones y sentimientos está muy ligado a la interpretación de cada vivencia. Por ello, dependiendo de su edad y experiencia, cada niño asimilará de distinta forma la pérdida. Los más pequeños aún no comprenden las implicancias de la muerte y por ello no viven esta experiencia con la misma intensidad que los adultos. Además, al encontrarse en el proceso de aprender a identificar sus emociones, la expresión de las mismas puede ser incluso incoherente con lo esperado. Así, hay niños que se muestran más irritables o que pareciera que “quieren llamar la atención” ante un evento traumático. Su vitalidad y alegría puede hacernos pensar que por momentos “olvidan” lo que ha pasado. Algunos podrían retroceder en las habilidades adquiridas y volver a necesitar apoyo del adulto para actividades que ya habían aprendido a hacer solos.
Todas estas reacciones son normales y no deben alarmar en los cuidadores siempre que no se prolonguen en el tiempo ni interfieran con el desarrollo del menor.
Todas estas reacciones son normales y no deben alarmar en los cuidadores siempre que no se prolonguen en el tiempo ni interfieran con el desarrollo del menor.
3. Los rituales de despedida son importantes para todos
Según la cultura familiar, se darán distintos rituales que sirven para aceptar partida del ser querido. Debemos cuidar que el niño no se sienta apartado de su familia en estos momentos. Dependiendo de su edad, podemos preguntarle si quiere asistir al velorio, la misa, etc. Luego, una persona cercana debe permanecer junto al menor, explicarle lo que verá hacer a sus familiares y, con la mayor calma posible, comentarle por qué sucede y por qué es importante.
Si no fuese posible celebrar los rituales tradicionales debido a las medidas de aislamiento social, es recomendable realizar una ceremonia de despedida en casa. Se pueden utilizar fotografías u objetos del fallecido, reunirse para recordar los momentos alegres vividos y agradecer por ello. Finalmente, podría brindársele un lugar de la casa que sirva de referencia para recordarlo.
Si no fuese posible celebrar los rituales tradicionales debido a las medidas de aislamiento social, es recomendable realizar una ceremonia de despedida en casa. Se pueden utilizar fotografías u objetos del fallecido, reunirse para recordar los momentos alegres vividos y agradecer por ello. Finalmente, podría brindársele un lugar de la casa que sirva de referencia para recordarlo.
4. La comunicación con el colegio es imprescindible
Las actividades académicas ocupan gran parte de la vida del niño, y es preciso que esa cotidianeidad no se pierda por muchos días.
En lo posible, acompañarlo para que realice sus rutinas con normalidad.
Los docentes deben estar enterados de lo acontecido, ser flexibles en cuanto a las exigencias académicas y permanecer atentos a cualquier cambio en el comportamiento del niño, para brindar el soporte emocional que requiera y comunicar a la familia sobre sus avances académicos y sociales luego de la pérdida, a fin de identificar posibles complicaciones en el proceso de duelo.
En lo posible, acompañarlo para que realice sus rutinas con normalidad.
Los docentes deben estar enterados de lo acontecido, ser flexibles en cuanto a las exigencias académicas y permanecer atentos a cualquier cambio en el comportamiento del niño, para brindar el soporte emocional que requiera y comunicar a la familia sobre sus avances académicos y sociales luego de la pérdida, a fin de identificar posibles complicaciones en el proceso de duelo.
5. Ayudarles a identificar y expresar las emociones desagradables
Recordemos que aprender a reconocer emociones y sentimientos es el primer paso para empezar a manejarlos de manera saludable. Por ello, debemos hacerles notar sus señales corporales en distintas situaciones. Si les comentamos “Veo que tu cara está triste, ¿Hay algo que te preocupa?” o “Tus piernas se mueven mucho, quizás estás nervioso”, notarán que sus emociones no pasan desapercibidas, que son importantes y merecen atención. De esa forma aprenderán a darle un nombre al modo en que se sienten y, dependiendo de la emoción, a pedir ayuda.
Los más pequeños expresan todo su mundo emocional a través del juego. Por ello, en un proceso de duelo debemos prestar especial atención a esta actividad. Jugando a ser uno de sus personajes favoritos podemos insertar algunos mensajes optimistas y positivos respecto a la realidad. Por otro lado, invitarlo a pintar, dibujar o crear historias acerca de cómo se siente cuando lo notamos triste o confundido, le ayudará a entenderse mejor.
Los más pequeños expresan todo su mundo emocional a través del juego. Por ello, en un proceso de duelo debemos prestar especial atención a esta actividad. Jugando a ser uno de sus personajes favoritos podemos insertar algunos mensajes optimistas y positivos respecto a la realidad. Por otro lado, invitarlo a pintar, dibujar o crear historias acerca de cómo se siente cuando lo notamos triste o confundido, le ayudará a entenderse mejor.
Conclusiones:
- Recordemos que cada niño experimentará las pérdidas a su manera. Aunque para algunos parezca muy difícil, dependerá del acompañamiento de sus cuidadores el que salgan fortalecidos de esta vivencia y que, en el futuro, puedan lidiar de manera saludable con otras situaciones de duelo, las cuales pueden estar no solo relacionadas a la muerte, sino a los diversos cambios que son parte de la vida.
- La forma en que los cuidadores experimenten el duelo influirá mucho en el proceso del menor. Por ello, es importante dialogar acerca de las pérdidas y revisar nuestra percepción de la muerte, procurando verla como lo que es: una parte del ciclo vital.
- Comunicarse con profesionales de la salud mental es imprescindible cuando se sospecha que el niño o algún miembro de la familia está atravesando por un duelo complicado, a fin de prevenir la aparición de trastornos emociones que impactarían en la dinámica familiar y la vida del niño.
Sobre María Alejandra Gómez Francia
Licenciada en psicología y especialista en dificultades específicas de aprendizaje. Cuenta con seis años de experiencia profesional. Desde hace cuatro años se dedica al ámbito educativo, brindando acompañamiento psicológico a niños, adolescentes y sus familias. Miembro de Acuarela, fan page creada para orientar el trabajo con niños y niñas en etapa escolar, ayudando a que desarrollen sus habilidades de manera integral. Contacto: 📱 973 860 547 |
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