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Violencia familiar en el Perú en tiempos de pandemia
Por Enmanuelle Seclén
Chiclayo, 21 de octubre de 2020
El presente texto enmarca el desarrollo de una problemática preexistente en el país como es la violencia familiar, y su recurrencia en tiempos de pandemia; así como algunos consejos psicológicos, para su afrontamiento por parte de todo público, teniendo en consideración la importancia de la erradicación de la violencia, arraigada y preexistente a la llegada de la COVID-19.
1. Visibilizar la violencia
Es indispensable no callar ante un hecho de violencia del tipo que sean ya que el confinamiento puede influenciar en que la víctima se sienta atrapada en su vivienda, por ello; toda persona víctima de violencia debe hacer uso de recursos como líneas estatales (línea 100 o chat 100) para pedir auxilio, comunicar a una red familiar o autoridad. ¡La violencia no se calla, ni se concilia!
2. Identificar el ciclo de violencia
Identificar si nos encontramos en un ciclo de violencia podría ayudarnos a tomar mejores decisiones dentro de nuestra relación de pareja; y rechazar cualquier tipo de sometimiento, ya que dentro del ciclo de la violencia el cual comienza con un estado de tensión (insultos o gritos), seguida de la explosión de la violencia (agresiones física), hasta la luna de miel, donde el agresor muestra un falso arrepentimiento; suele manifestarse de forma sistemática, y se reinicia una y otra vez, a lo largo de los años, lo cual puede generar en la víctima un estado de resignación o naturalización.
3. Crear espacios seguros
Toda víctima debe tener un plan de seguridad ante una potencial situación de violencia. Entre ellos podemos tener: no reunirse en espacios privados con exparejas, comunicar a la autoridad si está siendo chantajeada con sus menores hijos o económicamente, tener una lista de números de emergencia, verificar la seguridad de la vivienda. Hay que recordar que existen agresores que trasgreden cualquier norma de conducta emitida por la autoridad, por ello debemos seguir cuidándonos.
4. Comunicación familiar
El confinamiento puede tornarse en un espacio productivo para dialogar con los más pequeños del hogar. Existe la necesidad de conversar con ellos debido a que, durante la pandemia, muchos agresores sexuales, se encuentran en la vivienda de sus víctimas, tanto así que, estadísticamente, la prevalencia más alta es que sea un integrante de la familia un agresor sexual. Por ello, se debe hacer uso de espacios de diálogo para conocer si nuestros niños se perciben seguros dentro de su vivienda.
5. Las víctimas nunca tienen la culpa
Ser víctima de violencia nos posiciona en una situación de vulnerabilidad. La violencia siempre es ejercida por alguien que tiene consciencia de su superioridad física o capacidad de amedrentamiento; por ende, ninguna víctima debe sentir culpabilidad de lo que otra persona en plena consciencia ha querido hacer. Reconozcamos nuestra valía para comprender que nadie debe lastimarnos en nuestro hogar o en espacios públicos.
Tenemos mucho de que sentirnos orgullosos como peruanos, pero también mucho de que sentirnos responsables. Es la representación de las problemáticas sociales actuales, el comportamiento normalizado que hemos venido teniendo desde hace varias décadas atrás. Para nadie es sorpresa los temas de corrupción, los que nos generan un estado de insatisfacción hacia nuestros gobernantes; pero con la llegada del COVID-19, se han develado de sobremanera otros problemas, entre ellos, una epidemia social cultural como es la violencia familiar: un cáncer que nos aqueja desde hace muchos años atrás, de tal forma de que se ve representado estadísticamente con la muerte de mujeres cada año y de forma ascendente. Un cáncer que no solo aqueja a la víctima, sino que impacta en la salud mental de una población carente de conocimiento de cómo cuidar su salud mental. Los dolores del alma en estos tiempos, terminan siendo tan dolorosos como los que sufre el cuerpo, y es que el confinamiento nos trae a reflexión de que todos merecemos o requerimos, no solo tener bienestar físico, sino también un bienestar emocional, bienestar plasmado en una cultura de paz, el poder vivir libres de violencia, sobre todo en nuestros hogares, que debería ser el lugar más seguro que podamos conocer y no un lugar para sentir miedo o terror.
No solo basta con saber que antes de la pandemia ya existía un problema que ha dejado en orfandad a muchos niños y niñas, debido a una ola de feminicidios, sino que el país requiere que actuemos desde donde nos encontramos. Para luchar contra la violencia, no se necesita estar detrás de un escritorio o legislar: se requiere tomar la decisión de prevenir la violencia, que lo que conocemos sea utilizado y trasmitido a otras personas que sean potenciales víctimas de violencia o que se encuentren dentro de un ciclo de violencia. El camino aún resulta arduo para la erradicación de este mal, sin embargo, es responsabilidad nuestra el hacer uso de estas cinco ideas que podrían ayudarnos a prevenir o actuar de forma responsable con nuestra salud física y mental. Para la búsqueda del futuro de un país libre de violencia, comenzar a edificar un país donde se viva en armonía es responsabilidad de todos. ¡No toleres la violencia, la violencia lastima, la violencia silencia, la violencia mata! Hagamos algo por los que ya no tienen voz.
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