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Joe Iljimae: "Para hacer literatura solo es necesario haber sobrevivido a la adolescencia"
Entrevista realizada por: Katherine Medina Rondón
Joe Iljimae (1990) Nació en Lima, Perú. Se graduó en la Escuela de Periodismo de la Universidad Peruana Unión (UPeU). Ha trabajado como periodista en diversos medios de comunicación: Radio San Borja, el portal web Perú.com (del grupo El Comercio), Radio Programas del Perú. Maneja el espacio cultural “Cronopios y Famas” donde prepara entrevistas, artículos y reportajes. El 2014 quedó como finalista en el concurso de cuentos Copé de PetroPerú, el 2015 ganó el concurso Narrador Joven "Marco Antonio Corcuera" y obtuvo el tercer accésit en el "Cuento de las 1000 palabras" de la revista Caretas.
Cayendo en cuentas, tu formación es de comunicador... ¿No te parece un tanto irónico que hoy sea yo quien te entreviste?
Sí, es algo irónico, aunque no tanto, pues te diré que yo no me siento un escritor. Me siento más un periodista que un escritor. Y esto por una sencilla razón. Para mí, la figura del escritor es una figura del tamaño de Balzac, Sthendal o hasta Vargas Llosa. Un escritor para mí es un hombre que tiene una obra consolidada y todopoderosa. Un hombre que dedica su vida a escribir por encima de todas las cosas y circunstancias, que tiene una ambición demencial, totalizante, deicida y hace que la vida y el tiempo sean la servidumbre sempiterna de la literatura. Eso, al menos para mí, es un escritor. Entonces me veo y digo ¿qué soy yo? A mí me preocupa mucho que el título de escritor se haya maleado tanto en estos tiempos. Ahora todo el mundo es escritor o se califica de escritor. Encuentras escritores y poetas hasta en la sopa. Tienes un libro y ya eres el escritor. Tienes dos, y ya te crees Rulfo. Tienes tres novelas y ya te crees Sábato. Y no es así. En nuestra patria el título de escritor se ha prostituido completamente. La gente ahora no tiene la menor vergüenza de decir: soy escritor. Y como diría Ricardo Piglia, en estos tiempos existen más escritores que lectores. Y justo por eso, estamos más jodidos que nunca.
¿Cuando empezó tu entusiasmo por la escritura?
Empieza en el colegio. Yo me enamoraba siempre y muy rápidamente de las chicas que eran de grados superiores. Y lo que hacía era escribir relatos o poema en honor a ellas. Algunas veces se las entregaba y me ganaba su amor. Otras, salía herido. También recuerdo que mi madre (que es muy cristiana) me regalaba libros bíblicos con dibujos. Recuerdo uno claramente: La Biblia ilustrada. Este libro era la transcripción literal de La Biblia en dibujos. El Génesis, el Éxodo, Levíticos, Números, y todos los libros y sus historias estaban en formato imagen. Entonces lo que yo hacía era modificar los diálogos que tenían los personajes en el mismo libro. Cogía un lapicero y, por ejemplo, hacía que Ruth le diga a Noemí que había estado enamorada de ella y que se la quería follar. O hacía que Sansón mandara a la mierda a Dalila o que Daniel hablara largos parlamentos con las bestias que ve salir del mar. Y cosas así. Tal vez eso fue mi primer impulso para escribir. Querer modificar las cosas, querer modificar (a mi manera) la realidad que nos quieren imponer desde que nacimos.
Joe Iljimae (1990) Nació en Lima, Perú. Se graduó en la Escuela de Periodismo de la Universidad Peruana Unión (UPeU). Ha trabajado como periodista en diversos medios de comunicación: Radio San Borja, el portal web Perú.com (del grupo El Comercio), Radio Programas del Perú. Maneja el espacio cultural “Cronopios y Famas” donde prepara entrevistas, artículos y reportajes. El 2014 quedó como finalista en el concurso de cuentos Copé de PetroPerú, el 2015 ganó el concurso Narrador Joven "Marco Antonio Corcuera" y obtuvo el tercer accésit en el "Cuento de las 1000 palabras" de la revista Caretas.
Cayendo en cuentas, tu formación es de comunicador... ¿No te parece un tanto irónico que hoy sea yo quien te entreviste?
Sí, es algo irónico, aunque no tanto, pues te diré que yo no me siento un escritor. Me siento más un periodista que un escritor. Y esto por una sencilla razón. Para mí, la figura del escritor es una figura del tamaño de Balzac, Sthendal o hasta Vargas Llosa. Un escritor para mí es un hombre que tiene una obra consolidada y todopoderosa. Un hombre que dedica su vida a escribir por encima de todas las cosas y circunstancias, que tiene una ambición demencial, totalizante, deicida y hace que la vida y el tiempo sean la servidumbre sempiterna de la literatura. Eso, al menos para mí, es un escritor. Entonces me veo y digo ¿qué soy yo? A mí me preocupa mucho que el título de escritor se haya maleado tanto en estos tiempos. Ahora todo el mundo es escritor o se califica de escritor. Encuentras escritores y poetas hasta en la sopa. Tienes un libro y ya eres el escritor. Tienes dos, y ya te crees Rulfo. Tienes tres novelas y ya te crees Sábato. Y no es así. En nuestra patria el título de escritor se ha prostituido completamente. La gente ahora no tiene la menor vergüenza de decir: soy escritor. Y como diría Ricardo Piglia, en estos tiempos existen más escritores que lectores. Y justo por eso, estamos más jodidos que nunca.
¿Cuando empezó tu entusiasmo por la escritura?
Empieza en el colegio. Yo me enamoraba siempre y muy rápidamente de las chicas que eran de grados superiores. Y lo que hacía era escribir relatos o poema en honor a ellas. Algunas veces se las entregaba y me ganaba su amor. Otras, salía herido. También recuerdo que mi madre (que es muy cristiana) me regalaba libros bíblicos con dibujos. Recuerdo uno claramente: La Biblia ilustrada. Este libro era la transcripción literal de La Biblia en dibujos. El Génesis, el Éxodo, Levíticos, Números, y todos los libros y sus historias estaban en formato imagen. Entonces lo que yo hacía era modificar los diálogos que tenían los personajes en el mismo libro. Cogía un lapicero y, por ejemplo, hacía que Ruth le diga a Noemí que había estado enamorada de ella y que se la quería follar. O hacía que Sansón mandara a la mierda a Dalila o que Daniel hablara largos parlamentos con las bestias que ve salir del mar. Y cosas así. Tal vez eso fue mi primer impulso para escribir. Querer modificar las cosas, querer modificar (a mi manera) la realidad que nos quieren imponer desde que nacimos.
Buguis es un libro fresco, coloquial y sincero, un gran acierto para ser tu primera entrega… Mi duda nace en torno a los héroes en los cuales gira la narrativa ¿porque tu predilección por personajes juveniles?
Porque todo arte despunta a partir de las primeras experiencias juveniles. Sobre todo en la literatura. Lo que uno aprehende de niño-adolescente es algo que se queda grabado por el resto de la vida. En mi caso, yo viví en Ñaña en la época de los 90, a los nueve años. Tuve una pandilla de amigos, una banda más bien inocente a la que llamamos los Buguis. Con ellos hacíamos las mataperradas que se hace en todo barrio. Romper los focos de postes a hondazos, molestar a la vecina más hermosa de lugar, trepar cerros, asesinar pajaritos, ir al río a cazar peces o a bañarnos desnudos, pintar paredes que luego nos obligaban a limpiar, etc. Toda una experiencia de vida que me impactó y sometió desde un primer momento. Yo era el más chico de esta banda y naturalmente veía a los más grandes con admiración. El mayor tenía quince años y todos queríamos imitarlo y ser igual o mejor que él. Además, los Buguis también nace de una imitación espuria a una pandilla de verdad, a una pandilla formada con todas las de la ley: <<Refugio>>. Nosotros queríamos ser como ellos y queríamos respeto. Sin embargo, no éramos más que un grupito de niños que solo jugaba al box, al trompo y a las bolas en los arrietes del barrio. Y volviendo al principio, yo creo que para hacer literatura solo es necesario haber sobrevivido a la adolescencia.
¿Crees que Los Buguis es un libro violento?
Los relatos del libro hablan sobre la violencia que aflora en los niños para cubrir su inocencia, para tapar ese punto débil que es la ingenuidad o la candidez. Además, mi editor me dijo algo que yo no me había percatado: que todos los relatos del libro tienen una gran dosis de venganza. Es cierto que ni uno de los cuentos tiene un final feliz, y eso fue algo que me propuse al escribirlos, pero que tuvieran venganzas ocultas, la verdad, fue algo inconsciente. Además, el epígrafe del libro ya te anuncia que vendrá. Es una frase de Musil que me gustó mucho cuando leí su novela Las tribulaciones del estudiante Torless. Dice: "La primera pasión de los adolescentes no es amor del uno por el otro, sino de odio contra todo".
Hace poco recibiste un galardón por “El cuento de las 1,000 palabras”. Se dice mucho de los concursos literarios, que obedecen a intereses y que premian nombres y no libros...qué opinas al respecto
La verdad, se dice mucho de un montón de cosas, como por ejemplo, que mi generación es una generación envidiosa o renegada, o sandeces por el estilo. Pero hablando de los concursos te diré que tanto en este corral literario peruano como en el corral literario planetario, existen intereses que dañan la producción artística. Es cierto que algunas veces se amañan estos concursos y se hace ganar al amigo o al que tomó un café y jugó parchis contigo. Sin embargo, otras veces, los mismos trabajos de escritores se imponen a toda esta chanchada y ganan por valor literario. Ese es el momento en el que el trabajo habla por sí mismo. El momento glorioso en que la literatura coge a patadas los intereses más bajos de las vacas sagradas de "las letras". Ahora, te diré, que los concursos son un medio muy interesante para poder darte a conocer. En el Perú no es fácil publicar. Solo si eres amigo de tal editor o si eres el perrito faldero de la cofradía de los "escritores mediáticos" te publican y tu obra llega a ser difundida. Pero si no eres parte de esas capillas, sacar tus textos se vuelve mucho más complicado. Entonces quedan dos salidas. O ser un sobón o no serlo. Y si no lo eres, no te queda otro remedio que buscar nuevas formas de mostrar tu trabajo. Uno de estos puentes, entonces, son los concursos literarios, donde muchas veces tu obra compite con más de mil participantes y puede ganar o perder por knockout.
¿Crees que la movida cultural limeña es sectaria?
Sí, al igual que toda la movida cultural en Latinoamérica. Eso ya es una vieja historia, muy conocida en el medio. Todo es amiguismo, relacionismo, "buengentismo". Empecemos pensando en la sucia crítica, en la chanchada que hacen ciertos "seudocríticos" o "gestores culturares" que han ido apareciendo en estos últimos tiempos. Estamos jodidos en cuestiones culturales en el Perú. ¿Y por qué? Porque todos los textos o anuncios de estos señores solo sirven para ensalzar a los autores mediáticos, a los autores de portada, a los que tienen más "like" de Facebook. En otras palabras, es el ejemplo del sectarismo y sobonería que existe en nuestra patria. Contra esas lacras debemos luchar y desterrarlas para siempre.
Porque todo arte despunta a partir de las primeras experiencias juveniles. Sobre todo en la literatura. Lo que uno aprehende de niño-adolescente es algo que se queda grabado por el resto de la vida. En mi caso, yo viví en Ñaña en la época de los 90, a los nueve años. Tuve una pandilla de amigos, una banda más bien inocente a la que llamamos los Buguis. Con ellos hacíamos las mataperradas que se hace en todo barrio. Romper los focos de postes a hondazos, molestar a la vecina más hermosa de lugar, trepar cerros, asesinar pajaritos, ir al río a cazar peces o a bañarnos desnudos, pintar paredes que luego nos obligaban a limpiar, etc. Toda una experiencia de vida que me impactó y sometió desde un primer momento. Yo era el más chico de esta banda y naturalmente veía a los más grandes con admiración. El mayor tenía quince años y todos queríamos imitarlo y ser igual o mejor que él. Además, los Buguis también nace de una imitación espuria a una pandilla de verdad, a una pandilla formada con todas las de la ley: <<Refugio>>. Nosotros queríamos ser como ellos y queríamos respeto. Sin embargo, no éramos más que un grupito de niños que solo jugaba al box, al trompo y a las bolas en los arrietes del barrio. Y volviendo al principio, yo creo que para hacer literatura solo es necesario haber sobrevivido a la adolescencia.
¿Crees que Los Buguis es un libro violento?
Los relatos del libro hablan sobre la violencia que aflora en los niños para cubrir su inocencia, para tapar ese punto débil que es la ingenuidad o la candidez. Además, mi editor me dijo algo que yo no me había percatado: que todos los relatos del libro tienen una gran dosis de venganza. Es cierto que ni uno de los cuentos tiene un final feliz, y eso fue algo que me propuse al escribirlos, pero que tuvieran venganzas ocultas, la verdad, fue algo inconsciente. Además, el epígrafe del libro ya te anuncia que vendrá. Es una frase de Musil que me gustó mucho cuando leí su novela Las tribulaciones del estudiante Torless. Dice: "La primera pasión de los adolescentes no es amor del uno por el otro, sino de odio contra todo".
Hace poco recibiste un galardón por “El cuento de las 1,000 palabras”. Se dice mucho de los concursos literarios, que obedecen a intereses y que premian nombres y no libros...qué opinas al respecto
La verdad, se dice mucho de un montón de cosas, como por ejemplo, que mi generación es una generación envidiosa o renegada, o sandeces por el estilo. Pero hablando de los concursos te diré que tanto en este corral literario peruano como en el corral literario planetario, existen intereses que dañan la producción artística. Es cierto que algunas veces se amañan estos concursos y se hace ganar al amigo o al que tomó un café y jugó parchis contigo. Sin embargo, otras veces, los mismos trabajos de escritores se imponen a toda esta chanchada y ganan por valor literario. Ese es el momento en el que el trabajo habla por sí mismo. El momento glorioso en que la literatura coge a patadas los intereses más bajos de las vacas sagradas de "las letras". Ahora, te diré, que los concursos son un medio muy interesante para poder darte a conocer. En el Perú no es fácil publicar. Solo si eres amigo de tal editor o si eres el perrito faldero de la cofradía de los "escritores mediáticos" te publican y tu obra llega a ser difundida. Pero si no eres parte de esas capillas, sacar tus textos se vuelve mucho más complicado. Entonces quedan dos salidas. O ser un sobón o no serlo. Y si no lo eres, no te queda otro remedio que buscar nuevas formas de mostrar tu trabajo. Uno de estos puentes, entonces, son los concursos literarios, donde muchas veces tu obra compite con más de mil participantes y puede ganar o perder por knockout.
¿Crees que la movida cultural limeña es sectaria?
Sí, al igual que toda la movida cultural en Latinoamérica. Eso ya es una vieja historia, muy conocida en el medio. Todo es amiguismo, relacionismo, "buengentismo". Empecemos pensando en la sucia crítica, en la chanchada que hacen ciertos "seudocríticos" o "gestores culturares" que han ido apareciendo en estos últimos tiempos. Estamos jodidos en cuestiones culturales en el Perú. ¿Y por qué? Porque todos los textos o anuncios de estos señores solo sirven para ensalzar a los autores mediáticos, a los autores de portada, a los que tienen más "like" de Facebook. En otras palabras, es el ejemplo del sectarismo y sobonería que existe en nuestra patria. Contra esas lacras debemos luchar y desterrarlas para siempre.