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Primer aniversario de Tardes de Arte
Chiclayo, 23 de enero de 2016
Por Alicia Tovar Tirado
Le pregunto a Jeckson Requejo qué significa el arte para él. Permanece en silencio por un par de segundos, pero luego afirma: “Yo creo que el arte es esto. Nosotros. Lo que creamos. Todos nacemos con un poco de arte y desde pequeños nos deberían enseñar a reconocerlo.” Jeckson está complacido porque detrás de él las actividades por el primer aniversario del movimiento cultural que dirige se desarrollan según lo esperado. Lleva cincuenta y cinco ediciones a cargo de Tardes de Arte y junto a los demás miembros del colectivo continúa convencido del propósito que los reúne cada sábado en la plazuela Elías Aguirre: “dar vida a los espacios públicos a través del arte”.
Antes de ser el coordinador general de Tardes de Arte, Jeckson Requejo Aldana se dedicó al malabarismo. Gracias a su talento recorrió la costa peruana, parte de la sierra y llegó hasta Ecuador. En cada viaje, Jeckson logró aprender otras expresiones artísticas, pero en 2012 decidió regresar a Chiclayo y dos años más tarde ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Trujillo. Ya desde aquel entonces conformó el Colectivo Arte Chiclayo dedicado al dibujo y pintura de murales; pero luego de un tiempo enfrentó junto a otros jóvenes la ausencia de un espacio que les permitiera reunirse y mostrar otros modos de arte. Como resultado, los ocho integrantes del colectivo emprendieron en diciembre del 2014 la creación de Tardes de Arte. “Al inicio éramos tres pero ese amigo conocía a dos más y esa amiga conocía a otras dos más y todos éramos jóvenes. Entonces al momento de conversar o de dar nuestras ideas nos entendíamos y hablamos el mismo idioma. No hacía falta seleccionar a un grupo de artistas, estos sí, estos no. Todos llegaban porque nos entendíamos. Algunos chicos que hacían malabares conocían a otros chicos que también hacían lo mismo. Unos chicos que pintaban y conocían a otros, entonces fueron acercándose, fueron llevando a otros. Al inicio éramos siete u ocho integrantes. Ahora somos 21 chicos a cargo de Tardes de Arte. Y no es por nada pero hay más gente que quiere integrarse a nuestra coordinación.”
Antes de ser el coordinador general de Tardes de Arte, Jeckson Requejo Aldana se dedicó al malabarismo. Gracias a su talento recorrió la costa peruana, parte de la sierra y llegó hasta Ecuador. En cada viaje, Jeckson logró aprender otras expresiones artísticas, pero en 2012 decidió regresar a Chiclayo y dos años más tarde ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Trujillo. Ya desde aquel entonces conformó el Colectivo Arte Chiclayo dedicado al dibujo y pintura de murales; pero luego de un tiempo enfrentó junto a otros jóvenes la ausencia de un espacio que les permitiera reunirse y mostrar otros modos de arte. Como resultado, los ocho integrantes del colectivo emprendieron en diciembre del 2014 la creación de Tardes de Arte. “Al inicio éramos tres pero ese amigo conocía a dos más y esa amiga conocía a otras dos más y todos éramos jóvenes. Entonces al momento de conversar o de dar nuestras ideas nos entendíamos y hablamos el mismo idioma. No hacía falta seleccionar a un grupo de artistas, estos sí, estos no. Todos llegaban porque nos entendíamos. Algunos chicos que hacían malabares conocían a otros chicos que también hacían lo mismo. Unos chicos que pintaban y conocían a otros, entonces fueron acercándose, fueron llevando a otros. Al inicio éramos siete u ocho integrantes. Ahora somos 21 chicos a cargo de Tardes de Arte. Y no es por nada pero hay más gente que quiere integrarse a nuestra coordinación.”
Un par de jóvenes se encuentran frente a la efigie del héroe Elías Aguirre Romero. Un toldo rojo las refugia del extenuante sol y aunque son más de las 11 de la mañana, los integrantes del movimiento cultural Tardes de Arte se encuentran organizados desde hace tres horas para lo que será la celebración de su primer aniversario. Las tres jóvenes que me recibieron empiezan a disponer los materiales necesarios para el concurso de dibujo y pintura. Algunos de los niños que luego se inscribirán ya se encuentran ubicados en los alrededores de la plazuela. Están acompañados de sus padres o hermanos, pero cada minuto que empieza a transcurrir los impacienta a ellos y al equipo que hoy los convoca. Mientras se finalizan los detalles, algunos fugaces ocupantes de la plazuela permanecen imperturbables, leen, discuten, hablan por teléfono, caminan de un extremo a otro. Quienes se ubican en las bancas próximas al pequeño escenario armado para el concurso empiezan a notar lo que ocurre pero continúan sus actividades sin mucho asombro. Cuando va quedando todo listo y Jeckson Requejo convoca a los niños a través del micro, su voz amplificada los obliga a girar hacia el centro del parque. Ahora los visitantes saben que se trata del primer aniversario del movimiento y que durante más de siete horas, la plazuela será refugio de artistas, músicos, malabaristas y gestores culturales.
Mientras se realiza el concurso de dibujo, observo a Carmen Pintado a un lado de la mesa que ocupan los niños. Llegó apresurada junto a una mochila llena de pinceles y pinturas. Estudia también en la Escuela de Bellas Artes de Trujillo, tiene 25 años y no recuerda bien en que momento realizó sus primeros trazos. Carmen forma parte de Tardes de Arte desde su origen y del Colectivo Arte Chiclayo. Cuando se refiere a sus compañeros habla de ellos como si se tratara de sus hermanos y pese a conocer de cerca las dificultades con las que tienen que lidiar los artistas jóvenes en Chiclayo, no considera como posibilidad otra manera de vivir que no sea así, pintando. Ha trabajado además como diseñadora de interiores, pero ahora afirma estar interesada en la iconografía prehispánica. Y eso se desprende con facilidad de cada trabajo que realiza. Sus pinturas se inspiran en los símbolos Moche y Sipán y en los personajes de las culturas precolombinas que habitaron la zona norte del país. Ahora mismo lleva puesto un pantalón blanco cuyas imágenes evidencian haber sido pintadas por ella. En cada extremo Carmen ha dibujado líneas ondulantes muy similares a la que los moches empleaban para representar al mar, un elemento característico y determinante en la leyenda de Naylamp como génesis de la historia de Lambayeque.
Los trabajos de Carmen Pintado se exhibirán luego junto al de otros jóvenes y artistas independientes de manera que los recursos generados de las ventas ayuden a sostener el proyecto. Carmen sale por unos minutos y la pierdo de vista. Al darme cuenta, el concurso de pintura ha finalizado y pronto se entregará a los ganadores los premios que la subgerencia de Educación, Cultura y Deporte de la municipalidad de Chiclayo ha otorgado para este evento. Lograr el convenio con ellos tampoco resulto fácil. La municipalidad no contemplaba como libre y gratuito la realización de espectáculos en espacios públicos. “Cuando quisimos pedir un permiso, en el Texto Único de Procedimientos Administrativos [de la municipalidad] no figuraba exoneración alguna. Cualquier persona que quiera usar un espacio público tiene que pagar una suma de 106 soles. No interesa si es cultural o artístico. Eso fue un pare a muchas cosas que queríamos hacer. Después de una larga espera ahora contamos con el apoyo de la municipalidad y la subgerencia. Al inicio fue una gran lucha y sería genial que algún día exista esa exoneración para los artistas. Cuando se trata de eventos culturales o artísticos no debería existir ningún pago porque nosotros nos vamos de Chiclayo para poder aprender, para poder venir a nuestra ciudad a demostrar a la gente para qué nos hemos ido. Entonces, ir lejos aprender, venir y ¿que nos cobren por querer enseñar gratis? Esa fue una dificultad increíble”, recuerda Jeckson.
Mientras se realiza el concurso de dibujo, observo a Carmen Pintado a un lado de la mesa que ocupan los niños. Llegó apresurada junto a una mochila llena de pinceles y pinturas. Estudia también en la Escuela de Bellas Artes de Trujillo, tiene 25 años y no recuerda bien en que momento realizó sus primeros trazos. Carmen forma parte de Tardes de Arte desde su origen y del Colectivo Arte Chiclayo. Cuando se refiere a sus compañeros habla de ellos como si se tratara de sus hermanos y pese a conocer de cerca las dificultades con las que tienen que lidiar los artistas jóvenes en Chiclayo, no considera como posibilidad otra manera de vivir que no sea así, pintando. Ha trabajado además como diseñadora de interiores, pero ahora afirma estar interesada en la iconografía prehispánica. Y eso se desprende con facilidad de cada trabajo que realiza. Sus pinturas se inspiran en los símbolos Moche y Sipán y en los personajes de las culturas precolombinas que habitaron la zona norte del país. Ahora mismo lleva puesto un pantalón blanco cuyas imágenes evidencian haber sido pintadas por ella. En cada extremo Carmen ha dibujado líneas ondulantes muy similares a la que los moches empleaban para representar al mar, un elemento característico y determinante en la leyenda de Naylamp como génesis de la historia de Lambayeque.
Los trabajos de Carmen Pintado se exhibirán luego junto al de otros jóvenes y artistas independientes de manera que los recursos generados de las ventas ayuden a sostener el proyecto. Carmen sale por unos minutos y la pierdo de vista. Al darme cuenta, el concurso de pintura ha finalizado y pronto se entregará a los ganadores los premios que la subgerencia de Educación, Cultura y Deporte de la municipalidad de Chiclayo ha otorgado para este evento. Lograr el convenio con ellos tampoco resulto fácil. La municipalidad no contemplaba como libre y gratuito la realización de espectáculos en espacios públicos. “Cuando quisimos pedir un permiso, en el Texto Único de Procedimientos Administrativos [de la municipalidad] no figuraba exoneración alguna. Cualquier persona que quiera usar un espacio público tiene que pagar una suma de 106 soles. No interesa si es cultural o artístico. Eso fue un pare a muchas cosas que queríamos hacer. Después de una larga espera ahora contamos con el apoyo de la municipalidad y la subgerencia. Al inicio fue una gran lucha y sería genial que algún día exista esa exoneración para los artistas. Cuando se trata de eventos culturales o artísticos no debería existir ningún pago porque nosotros nos vamos de Chiclayo para poder aprender, para poder venir a nuestra ciudad a demostrar a la gente para qué nos hemos ido. Entonces, ir lejos aprender, venir y ¿que nos cobren por querer enseñar gratis? Esa fue una dificultad increíble”, recuerda Jeckson.
Las expectativas de Tardes de Arte son claras con respecto al futuro y Jeckson Requejo lo sabe mejor que nadie. “Va a llegar un momento en el cual vamos a querer mejorar como artistas, que nuestra formación llegue a un nivel que nos permita regresar a Chiclayo y poder enseñar más de lo que sabemos. El detalle de esto está en que si algún día algún coordinador no está acá, las personas sepan que la plazuela Elías Aguirre ya es un espacio abierto para cualquier expresión artística. Quizás de acá a un tiempo -tal vez- puedan venir mis hijos o mis nietos. Ya se inició esta bonita costumbre y tiene que continuar. Para nosotros es grato poder compartir lo mucho o poco que sabemos. No hay felicidad y mayor pago que ese. La gente muchas veces nos dice: ¡Oye, pero ustedes no ganan dinero haciendo esto! No, no ganamos, pero es tan genial ver como un niño sonríe cuando está dibujando. Cuando conoces a otra que hace lo que a ti te gusta te sientes feliz. Al ver que hay niños que están siguiendo tus pasos, por así decirlo, nos hace muy felices, demasiado.” El programa del primer aniversario señala que es momento para que Iván Bravo ingrese al escenario, se coloque frente a los niños y de rienda a su espíritu de narrador. Iván es periodista. Ha trabajado como reportero en Parada Norte pero ahora adopta el papel de Papá Dragón, un personaje que logró definir a partir de sus experiencias como padre de tres hijos. Lleva tatuado en los brazos seres míticos que representan el nombre de cada uno de sus pequeños. “Por eso me llamo Papá Dragón”, explica. Lo observo contar la historia de la Cucarachita Martina y creo que para ser narrador hace falta primero ser artista. Se requiere perder la vergüenza a uno mismo, perder por un momento la propia identidad y adoptar otras, enfrentarse al carácter del hombre cuando es niño: un soñador. Los niños depositan toda su atención en Papa Dragón y él los tiene a su merced, cautivos, atrapados en un cadena inacabable de frases y momentos.
Y así, mientras los niños observan atentos a Papá Dragón, a su extremo se muestran los trabajos de artistas independientes, jóvenes con excepcional talento como Erick Rumiche. Sus ilustraciones sobre figuras emblemáticas de la música, entre ellos Gustavo Cerati y Luis Alberto Spinetta, combinan la simetría con el arte pop, el minimalismo con la historieta. A través de Tardes de Arte, la capacidad artística de Erick y de otros jóvenes chiclayanos puede obtener mayor notoriedad e influir sobre la percepción del arte en nuestra ciudad. Son casi las tres de la tarde y las rimas del movimiento Madre Calle acompañan la exposición de arte. Las palabras de estos jóvenes caen como golpes secos en un tempo constante y expresan las adversidades de una sociedad escindida, desequilibrada y reducida a la figura del yo. Rap, break dance, hip hop son palabras que forman parte de la ‘cultura underground’ que se define a sí misma como “alternativa, contraria, o ajena a la cultura oficial.” Jeckson Requejo los nombra como arte urbano. “A las personas se les debería aclarar qué es grafiti, qué significa realizar un mural. Las diferencias que existen entre una y otra expresión artística. Ninguna de ellas es sinónimo de vandalismo. Hay personas que van a un circo y pagan por ver a un malabarista, pero si lo ven en la calle lo consideran un vago. Conozco a malabaristas excelentes, demasiado buenos para estar en la calle, pero a ellos les gusta ese espacio. Por eso se llama arte urbano. Se debe entender que cualquiera de esas formas es una expresión artística.” El artista británico Banksy ha estampado imágenes desconcertantes en países en conflictos y zonas de guerra ridiculizando la violencia y la sociedad postmoderna. Sus grafitis son reconocidos en todo el mundo. Ha sido objeto de críticas y acusado de vandalismo. Irrumpe disfrazado en museos internacionales para colgar parte de sus obras y vendió bajo el anonimato algunas de sus piezas a 60 dólares cada una, cuando podría llegar a valer más de 90 mil dólares. El conflicto entre la calle y los museos puede resultar eterno e irresoluble pero es preciso que el desasosiego y la inquietud también se manifiesten en el arte.
Y así, mientras los niños observan atentos a Papá Dragón, a su extremo se muestran los trabajos de artistas independientes, jóvenes con excepcional talento como Erick Rumiche. Sus ilustraciones sobre figuras emblemáticas de la música, entre ellos Gustavo Cerati y Luis Alberto Spinetta, combinan la simetría con el arte pop, el minimalismo con la historieta. A través de Tardes de Arte, la capacidad artística de Erick y de otros jóvenes chiclayanos puede obtener mayor notoriedad e influir sobre la percepción del arte en nuestra ciudad. Son casi las tres de la tarde y las rimas del movimiento Madre Calle acompañan la exposición de arte. Las palabras de estos jóvenes caen como golpes secos en un tempo constante y expresan las adversidades de una sociedad escindida, desequilibrada y reducida a la figura del yo. Rap, break dance, hip hop son palabras que forman parte de la ‘cultura underground’ que se define a sí misma como “alternativa, contraria, o ajena a la cultura oficial.” Jeckson Requejo los nombra como arte urbano. “A las personas se les debería aclarar qué es grafiti, qué significa realizar un mural. Las diferencias que existen entre una y otra expresión artística. Ninguna de ellas es sinónimo de vandalismo. Hay personas que van a un circo y pagan por ver a un malabarista, pero si lo ven en la calle lo consideran un vago. Conozco a malabaristas excelentes, demasiado buenos para estar en la calle, pero a ellos les gusta ese espacio. Por eso se llama arte urbano. Se debe entender que cualquiera de esas formas es una expresión artística.” El artista británico Banksy ha estampado imágenes desconcertantes en países en conflictos y zonas de guerra ridiculizando la violencia y la sociedad postmoderna. Sus grafitis son reconocidos en todo el mundo. Ha sido objeto de críticas y acusado de vandalismo. Irrumpe disfrazado en museos internacionales para colgar parte de sus obras y vendió bajo el anonimato algunas de sus piezas a 60 dólares cada una, cuando podría llegar a valer más de 90 mil dólares. El conflicto entre la calle y los museos puede resultar eterno e irresoluble pero es preciso que el desasosiego y la inquietud también se manifiesten en el arte.
Le toca el turno a Duende Verde, un malabarista que acompaña a un grupo de artistas colombianos. Sus movimientos son precisos y aunque algunos de sus trucos trastabillan, pocos tienen bajo su dominio la sincronía de cuatro o cinco cuerpos juntos: las pelotas y mazas de malabares son lanzadas de manera sistemática y cada nuevo elemento incrementa la dificultad del espectáculo. Tres pelotas. Cuatro. Siete. El público siempre aplaude. Cuando finaliza su show, la velada musical se inicia a cargo de la Tuna Femenina de la Universidad Pedro Ruiz Gallo. Las jóvenes lanzas versos inyectados de sátira y humor. A ellas les sucederán el cantante Nikko Paz y las bandas locales Zicodélicos, Korte Transversal y Dr. Changó. Las historias de estos artistas están atadas por un mismo hilo: la lucha por sacar adelante el propio talento. La búsqueda de respuestas a través de la música y la necesidad por manifestar lo que se piensa y se cree. Jeckson Requejo atraviesa lo mismo que ellos. “Empecé con la primera edición del Festival de Arte Urbano en Chiclayo, en 2012. Ya van seis ediciones, vamos avanzando de a pocos y me da mucho gusto que hayan más jóvenes que quieren hacer algo. No basta con tan solo tener la idea y las ganas de querer hacerlo. Tardes de Arte fue eso. Nos reunimos un día -estaba lloviendo- y dijimos tenemos que hacerlo. Estaba de visita por la ciudad una banda de Trujillo: La Yapa. Instalaron sus instrumentos y tocaron en vivo. Ese día hubo arte. Me da gusto que hayan jóvenes con esa actitud de querer avanzar, de querer seguir haciendo algo para que la ciudad mejore porque ese es el objetivo. Y no para nosotros sino para nuestras familias, para nuestros hermanos, para los chicos. Hay muchos niños que pintan muy bien y que al momento de crecer van a encontrar en nosotros un espacio.” El primer aniversario de Tardes de Arte ha sido una reunión de verdaderos compañeros, amantes de una misma afición. Antes de terminar la entrevista, Jeckson Requejo realiza una comparación acertada. “Es como si se reunieran periodistas o escritores. Solo te sientes feliz.”
Álbum oficial del Primer aniversario de Tardes de Arte (9/1/16).
Créditos de fotografía: Hilary Patnoll, Alexandra Gonzales y Rodrigo Silva.
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