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Francisco Echeandía:
“El teatro
es un lugar de encuentro, de compartir, de escuchar, de mirar, de contemplar”
20 de febrero de 2017
Por Matilde Granados
¿Cómo empieza tu actividad teatral? ¿Con qué personas, elencos y líneas de trabajo te has vinculado?
Mi actividad teatral, viéndola desde un lado profesional, inicia en 1996, con el Grupo de Teatro Maguey. Ellos fueron los que me enseñaron la disciplina y creer en algo. No fue fácil para mí, toda la vida hui de lo que era la actuación, pero me fascinó ese mundo que creaban las luces, los elementos, los actores, la música. Era ver como se creaba un mundo ahí frente a ti.
Siempre me gustó sentarme al costado de los directores que conocí. Y nunca busqué figurar como actor, siempre hacía personajes pequeños para poder estar ahí, mi mundo era la dirección, el ver cómo se creaban esos mundos, repito. Luego postulé a la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y ahí conocí lo que es trabajar con personas sensibles dispuestas a crear en grupo. Tuve la suerte de tener los compañeros que tuve. Los extraño mucho. Creábamos sin responsabilidad, simplemente creábamos, apostábamos, experimentábamos.
Siempre me gustó crear a partir de un laboratorio con actores profesionales, tuve la oportunidad de hacerlo luego cuando terminé en el 2001. Nuestra formación era casi militar, es un poco raro quizá para entenderlo, pero la idea era que el actor es un monje, un sacerdote que comunicaba. Conocimos las técnicas de Eugenio Barba, Grotowski, Brecht, Peter Brook, Meyerhold, Artaud y Stanislavski. Por mi lado, buscaba información sobre Lee Strasberg, Elia Kazan, después de unos años a Michael Chejov, Harold Clurman, Uta Hagen, entre otros, (ahora estoy conociendo a Sanford Meisner, Declan Donnellan y Richard Schechner. A los que siempre sigo son a Peter Brook y Thomas Richards) en fin todo eso que un actor debe conocer. Ojo, no está obligado, existen los actores innatos. Mi interés siempre fue desde la dirección. Cómo era la técnica antes, esa técnica que a veces decimos acartonada, o esa actuación de primer actor donde no importa la obra sino el “actor bello”. Conocer de esas puestas modernas o posmodernas, o estas cosas que parece que no entiendes pero tienen un fondo sublime. Siempre escuché que los directores debían conocer, pero también eliminar para poder crear.
Escuché mucho del teatro colombiano, aproveché una invitación que nos hicieron con la primera obra que dirijo: El Pez de Oro de José Gonzales Sandoval (cuento pimenteleño) y me terminé quedando. Lo que más me impresionó es que Colombia trabajaba con su historia, con sus costumbres y su presente. Traté de exprimir lo que pude, y luego dije: debo regresarme a Perú, pero no a Lima. A pesar que sabía que ahí estaba el desarrollo teatral a nivel nacional. Me di cuenta que mi historia, mis costumbres estaban en Pimentel, en Chiclayo.
Por motivos del destino tuve que viajar, pero siempre mi idea fue regresar. Exprimir por otros lados y aplicar acá. Tuve la suerte de trabajar en el mismo Teatro de la Universidad Católica. Alguien que admiro, aunque haya visto pocas cosas de él es Jorge Guerra, es un directorazo. Pude trabajar con Jorge Villanueva del grupo Ópalo quien también considero uno de los buenos directores en Lima y no sé cómo, pero pude dirigir en coproducción con su grupo la obra Canto Rodado de Anabelí Pajuelo. Fue para mí una gran oportunidad acompañarlos y trabajar juntos. En esa época el grupo trabajaba en la Asociación de Artistas Aficionados que dirige Ximena Arroyo, quien también me enseñó los primeros pasos de la administración de un Teatro. Para mí todo esto era gigante, pero siempre pensando en Chiclayo. A veces me odiaban porque desaparecía pero en fin, fue una gran escuela para mí.
¿Qué significado tiene para ti el teatro?
Para mí el teatro significa respirar, no concibo la vida sin teatro. El teatro es disciplina, dedicación, trabajo, mucho trabajo. Es crear un mundo que uno va descubriendo junto a los actores. Es adaptarse a los actores.
Me gusta dirigir, observar, descubrir y todo esto apoyado en contar esas historia en un lenguaje escénico determinado.
¿Puedes definir tu propia poética de trabajo? ¿Qué elementos y temas lo caracterizan?
Va por el actor. Mucho tiempo trabajé con el espacio vacío, contando historias desde los actores. El actor era lo más importante, era mi eje de creación. La chamba está en la disposición que se genera entre el actor y yo, por supuesto que también he terminado marcando por cuestiones de no poder dialogar escénicamente con el actor. Sin embargo, la apuesta siempre estaba en el actor.
Ahora me interesa lograr la creación del mundo de la obra. Con un espacio íntimo, me interesa que el público se lleve una experiencia, transportarlo. Es decir, que entre al mundo de la obra. Eso quiere decir que la apuesta va por el actor, pero me obliga a ser detallista con la visualidad, la espacialidad, la musicalidad y la temporalidad. Todo esto relacionado con la escenografía, la utilería, el vestuario, el maquillaje, las luces y la música.
¿Cuáles son las técnicas o procedimientos escénicos a los que recurres frecuentemente en tus obras?
No hay una técnica o procedimiento específico, todo depende en qué proceso creativo me encuentre y la experiencia que tengan los actores con los que trabajo. Uno siempre llega con una idea definida en un proyecto, pero siempre estoy listo para cambiarla pues me interesa tomar las propuestas del actor o facilitarle el trabajo al actor y sobre todo que esté cómodo con lo que hace o propone.
Mi técnica va según lo que requiere cada actor. En un montaje uno está a veces utilizando varias técnicas, una para cada actor y por supuesto trabajando para lograr a un solo lenguaje escénico.
¿Qué buscas a la hora de pensar en un actor para un personaje?
Primero, disposición y confianza. Para mí es la base para poder trabajar. Me gusta trabajar con buena onda y energía, si no hay esto, me es imposible trabajar. El proceso es lo que más disfruto de un montaje.
Por otro lado, me queda claro que a veces los personajes buscan a los actores y en otras los actores buscan a los personajes.
¿Qué exigencias, crees tú, debe tener un actor para realizar su trabajo artístico?
Un actor debe ser disciplinado, debe estar en constante aprendizaje, un actor debe saber verse en el escenario, conocer su cuerpo, su voz, sus límites. Los límites no para hacer un pare sino para poder cruzar la línea. Un actor debe ser preciso en sus acciones. Un actor debe saber modular su energía. Un actor debe ser consciente de que siempre está comunicando. Y finalmente, el actor debe saber equilibrar su ego.
Estuviste una temporada en Chile ¿Con respecto al teatro qué experiencias te dejó tu estadía en ese país?
Estuve estudiando el Magister en Dirección Teatral en la Universidad de Chile, que pronto espero concluir, y de ese tiempo puedo decir que tuve unos compañeros extraordinarios. Aprendí de ellos y de los profesores. Recuerdo mis clases de Poéticas, con este curso iniciamos el Magister, con el profesor Mauricio Barría que tiene una claridad envidiable. Nos aclaraba las técnicas en sus tiempos y lugares. Recuerdo mi tema de tesis, que pasé de un tema a otro. Me volví preguntón, hasta cansé a más de uno, jajaja. Me interesa mi tema de tesis, y sí, lo avanzo como puedo. Hay que leer mucho, pero de que lo termino, lo termino.
Aprendí de mis compañeros, que cada uno tiene una poética y lenguaje diferente. Cada uno con su propia propuesta, cada uno con diferentes miradas desde la creación. Ver te permite aprender. Claro, ver las obras en los teatros de allá también enseña y mucho.
Cuéntanos sobre Casa Teatro Cussia
Desde que terminé de estudiar en la Escuela de Teatro del TUC en el 2001, en mi cabeza siempre estaba la idea de tener un espacio de creación. Lo vi en mis maestros, de mis profesores, ellos lo hacían, lo tenían. No me parecía extraño, pero no estaba estable en Chiclayo. Por cuestiones de trabajo tenía que viajar y estar fuera por largo tiempo.
Ahora que decido estabilizarme y generándose la posibilidad es que abro un espacio de creación teatral llamado Casa Teatro Cussia. Es un espacio para acercar el teatro a los ciudadanos.
La idea de Casa Teatro Cussia es ser un punto donde se vive el teatro y que así lo identifiquen todos. Me gusta la idea de que se hable de la Casa Teatro Cussia fuera de Chiclayo, además de algunas instituciones extranjeras. Ya les contaré.
Cussia es una palabra moche, que significa “el día”, “el camino del sol en el firmamento”, “el espacio”. Los tres significados para mí son base de creación. El día: La luz que ilumina y/o enciende los procesos creativos. El camino del sol en el firmamento: el caminar sin límites, crear sin límites, hacer sin límites. El espacio: el lugar de creación, ese mundo que se crea en ese lugar.
Cussia es un lugar de trabajo, de disciplina, de creación.
Tenemos temporadas de teatro para niños los sábados y domingos a las 5 p. m. y temporadas para adultos los viernes y sábados a las 8 p. m. Hay talleres de 3 a 5 años, de 6 a 10 años, de 11 a 16 años y para mayores de 17 años. Además de una escuela de actuación para mayores de 17 años en el que la postulación será una vez al año y durará dos años. Un primer año de técnica y aplicación de la técnica en primeros montajes y un segundo año de montajes donde se experimentarán los lenguajes escénicos.
¿Por qué camino crees que va la situación teatral en Chiclayo?
Para mí el ejemplo de cómo está la situación del teatro en Chiclayo está en lo que podríamos decir del Teatro Dos de Mayo. Es un teatro que está en pleno centro de la ciudad reprimido de creación. Creo que muchos no saben que existía o existe un teatro en Chiclayo. Siempre digo, ojo, para mí, ¿qué están esperando? ¿qué se caiga para construir un centro comercial o algo parecido?. Entonces, ese el mejor ejemplo de cómo está nuestro teatro en Chiclayo. Esa estructura física es el ejemplo de nuestro teatro.
¿Por qué las personas deber ir al teatro?
El teatro es un lugar de encuentro, de compartir, de escuchar, de mirar, de contemplar. Creo que debemos ir al teatro para activar o reactivar nuestros sentidos. Ir al teatro permite ver el mundo a través de la mirada de otro.
Nuestro país está viviendo momentos de violencia. La inseguridad y el miedo se han apoderado de la ciudadanía. ¿Cuál crees que sea la misión del artista con esta realidad que no le es ajena y que lacera a todo un país?
Yo creo que es una tarea de todos, y todo lo resumo es ser mejor persona, artistas, abogados, médicos, contadores, docentes, comerciantes, negociantes, etc. Debemos hacer un esfuerzo por ser mejores personas. No pagar coimas, no ser el “vivazo”. Asumir que somos de carne y hueso y que debemos respetarnos. De lo contrario avivaremos la violencia, la delincuencia, el terror, las mafias y las extorsiones.
¿Qué les sugerirías a los jóvenes que desean conectarse y vincularse con el mundo teatral?
Uno puede vincularse al teatro para sensibilizarse, conocerse y aceptarse a sí mismos, que es lo que más me interesa y lo que llamo ser mejor persona. Claro, también pueden vincularte directamente con el teatro para actuar, para dirigir, para escribir, para realizar escenografías, para diseñar, etc. Les diría que el mundo del teatro es amplio y se pueden vincular desde sus habilidades.
El teatro es trabajo en equipo. Siempre están presentes las buenas formas. El lograr un objetivo en conjunto. Lo agradable del teatro es que caminamos juntos y nos acompañamos. Respetamos y nos respetan. Nos aceptamos y compartimos. Generamos confianza y autoconfianza.
Algo que desees agregar
Si te das cuenta he omitido mencionar a mucha gente de teatro local, pues sería injusto olvidarme de alguno de ellos. Somos muchos los que apostamos por el teatro, desde nuestras propias perspectivas. Y a través de estas palabras envío mi mejor onda y energía a todos los grupos y compañías de teatro. A nuestros padres del teatro chiclayano, a nuestro contemporáneos del teatro chiclayano y a los jóvenes del teatro chiclayano.
¡Gracias y visiten Casa Teatro Cussia!
Sobre Francisco Echeandía
Graduado en la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Con estudios de Magister en Dirección Teatral en la Universidad de Chile. Director de Diez minutos, De paso, La rebelión de las formas, El soplador de estrellas, El otro deseo, Jardín de colores, Electra, Zaña 1720, Canto rodado, El pez de oro, entre otros. Es autor de De paso, Diez minutos, Prisión, Equis, Bienestar y Después de la jarana. Actualmente es director de Casa Teatro Cussia.
Facebook: Casa Teatro Cussia
Mi actividad teatral, viéndola desde un lado profesional, inicia en 1996, con el Grupo de Teatro Maguey. Ellos fueron los que me enseñaron la disciplina y creer en algo. No fue fácil para mí, toda la vida hui de lo que era la actuación, pero me fascinó ese mundo que creaban las luces, los elementos, los actores, la música. Era ver como se creaba un mundo ahí frente a ti.
Siempre me gustó sentarme al costado de los directores que conocí. Y nunca busqué figurar como actor, siempre hacía personajes pequeños para poder estar ahí, mi mundo era la dirección, el ver cómo se creaban esos mundos, repito. Luego postulé a la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y ahí conocí lo que es trabajar con personas sensibles dispuestas a crear en grupo. Tuve la suerte de tener los compañeros que tuve. Los extraño mucho. Creábamos sin responsabilidad, simplemente creábamos, apostábamos, experimentábamos.
Siempre me gustó crear a partir de un laboratorio con actores profesionales, tuve la oportunidad de hacerlo luego cuando terminé en el 2001. Nuestra formación era casi militar, es un poco raro quizá para entenderlo, pero la idea era que el actor es un monje, un sacerdote que comunicaba. Conocimos las técnicas de Eugenio Barba, Grotowski, Brecht, Peter Brook, Meyerhold, Artaud y Stanislavski. Por mi lado, buscaba información sobre Lee Strasberg, Elia Kazan, después de unos años a Michael Chejov, Harold Clurman, Uta Hagen, entre otros, (ahora estoy conociendo a Sanford Meisner, Declan Donnellan y Richard Schechner. A los que siempre sigo son a Peter Brook y Thomas Richards) en fin todo eso que un actor debe conocer. Ojo, no está obligado, existen los actores innatos. Mi interés siempre fue desde la dirección. Cómo era la técnica antes, esa técnica que a veces decimos acartonada, o esa actuación de primer actor donde no importa la obra sino el “actor bello”. Conocer de esas puestas modernas o posmodernas, o estas cosas que parece que no entiendes pero tienen un fondo sublime. Siempre escuché que los directores debían conocer, pero también eliminar para poder crear.
Escuché mucho del teatro colombiano, aproveché una invitación que nos hicieron con la primera obra que dirijo: El Pez de Oro de José Gonzales Sandoval (cuento pimenteleño) y me terminé quedando. Lo que más me impresionó es que Colombia trabajaba con su historia, con sus costumbres y su presente. Traté de exprimir lo que pude, y luego dije: debo regresarme a Perú, pero no a Lima. A pesar que sabía que ahí estaba el desarrollo teatral a nivel nacional. Me di cuenta que mi historia, mis costumbres estaban en Pimentel, en Chiclayo.
Por motivos del destino tuve que viajar, pero siempre mi idea fue regresar. Exprimir por otros lados y aplicar acá. Tuve la suerte de trabajar en el mismo Teatro de la Universidad Católica. Alguien que admiro, aunque haya visto pocas cosas de él es Jorge Guerra, es un directorazo. Pude trabajar con Jorge Villanueva del grupo Ópalo quien también considero uno de los buenos directores en Lima y no sé cómo, pero pude dirigir en coproducción con su grupo la obra Canto Rodado de Anabelí Pajuelo. Fue para mí una gran oportunidad acompañarlos y trabajar juntos. En esa época el grupo trabajaba en la Asociación de Artistas Aficionados que dirige Ximena Arroyo, quien también me enseñó los primeros pasos de la administración de un Teatro. Para mí todo esto era gigante, pero siempre pensando en Chiclayo. A veces me odiaban porque desaparecía pero en fin, fue una gran escuela para mí.
¿Qué significado tiene para ti el teatro?
Para mí el teatro significa respirar, no concibo la vida sin teatro. El teatro es disciplina, dedicación, trabajo, mucho trabajo. Es crear un mundo que uno va descubriendo junto a los actores. Es adaptarse a los actores.
Me gusta dirigir, observar, descubrir y todo esto apoyado en contar esas historia en un lenguaje escénico determinado.
¿Puedes definir tu propia poética de trabajo? ¿Qué elementos y temas lo caracterizan?
Va por el actor. Mucho tiempo trabajé con el espacio vacío, contando historias desde los actores. El actor era lo más importante, era mi eje de creación. La chamba está en la disposición que se genera entre el actor y yo, por supuesto que también he terminado marcando por cuestiones de no poder dialogar escénicamente con el actor. Sin embargo, la apuesta siempre estaba en el actor.
Ahora me interesa lograr la creación del mundo de la obra. Con un espacio íntimo, me interesa que el público se lleve una experiencia, transportarlo. Es decir, que entre al mundo de la obra. Eso quiere decir que la apuesta va por el actor, pero me obliga a ser detallista con la visualidad, la espacialidad, la musicalidad y la temporalidad. Todo esto relacionado con la escenografía, la utilería, el vestuario, el maquillaje, las luces y la música.
¿Cuáles son las técnicas o procedimientos escénicos a los que recurres frecuentemente en tus obras?
No hay una técnica o procedimiento específico, todo depende en qué proceso creativo me encuentre y la experiencia que tengan los actores con los que trabajo. Uno siempre llega con una idea definida en un proyecto, pero siempre estoy listo para cambiarla pues me interesa tomar las propuestas del actor o facilitarle el trabajo al actor y sobre todo que esté cómodo con lo que hace o propone.
Mi técnica va según lo que requiere cada actor. En un montaje uno está a veces utilizando varias técnicas, una para cada actor y por supuesto trabajando para lograr a un solo lenguaje escénico.
¿Qué buscas a la hora de pensar en un actor para un personaje?
Primero, disposición y confianza. Para mí es la base para poder trabajar. Me gusta trabajar con buena onda y energía, si no hay esto, me es imposible trabajar. El proceso es lo que más disfruto de un montaje.
Por otro lado, me queda claro que a veces los personajes buscan a los actores y en otras los actores buscan a los personajes.
¿Qué exigencias, crees tú, debe tener un actor para realizar su trabajo artístico?
Un actor debe ser disciplinado, debe estar en constante aprendizaje, un actor debe saber verse en el escenario, conocer su cuerpo, su voz, sus límites. Los límites no para hacer un pare sino para poder cruzar la línea. Un actor debe ser preciso en sus acciones. Un actor debe saber modular su energía. Un actor debe ser consciente de que siempre está comunicando. Y finalmente, el actor debe saber equilibrar su ego.
Estuviste una temporada en Chile ¿Con respecto al teatro qué experiencias te dejó tu estadía en ese país?
Estuve estudiando el Magister en Dirección Teatral en la Universidad de Chile, que pronto espero concluir, y de ese tiempo puedo decir que tuve unos compañeros extraordinarios. Aprendí de ellos y de los profesores. Recuerdo mis clases de Poéticas, con este curso iniciamos el Magister, con el profesor Mauricio Barría que tiene una claridad envidiable. Nos aclaraba las técnicas en sus tiempos y lugares. Recuerdo mi tema de tesis, que pasé de un tema a otro. Me volví preguntón, hasta cansé a más de uno, jajaja. Me interesa mi tema de tesis, y sí, lo avanzo como puedo. Hay que leer mucho, pero de que lo termino, lo termino.
Aprendí de mis compañeros, que cada uno tiene una poética y lenguaje diferente. Cada uno con su propia propuesta, cada uno con diferentes miradas desde la creación. Ver te permite aprender. Claro, ver las obras en los teatros de allá también enseña y mucho.
Cuéntanos sobre Casa Teatro Cussia
Desde que terminé de estudiar en la Escuela de Teatro del TUC en el 2001, en mi cabeza siempre estaba la idea de tener un espacio de creación. Lo vi en mis maestros, de mis profesores, ellos lo hacían, lo tenían. No me parecía extraño, pero no estaba estable en Chiclayo. Por cuestiones de trabajo tenía que viajar y estar fuera por largo tiempo.
Ahora que decido estabilizarme y generándose la posibilidad es que abro un espacio de creación teatral llamado Casa Teatro Cussia. Es un espacio para acercar el teatro a los ciudadanos.
La idea de Casa Teatro Cussia es ser un punto donde se vive el teatro y que así lo identifiquen todos. Me gusta la idea de que se hable de la Casa Teatro Cussia fuera de Chiclayo, además de algunas instituciones extranjeras. Ya les contaré.
Cussia es una palabra moche, que significa “el día”, “el camino del sol en el firmamento”, “el espacio”. Los tres significados para mí son base de creación. El día: La luz que ilumina y/o enciende los procesos creativos. El camino del sol en el firmamento: el caminar sin límites, crear sin límites, hacer sin límites. El espacio: el lugar de creación, ese mundo que se crea en ese lugar.
Cussia es un lugar de trabajo, de disciplina, de creación.
Tenemos temporadas de teatro para niños los sábados y domingos a las 5 p. m. y temporadas para adultos los viernes y sábados a las 8 p. m. Hay talleres de 3 a 5 años, de 6 a 10 años, de 11 a 16 años y para mayores de 17 años. Además de una escuela de actuación para mayores de 17 años en el que la postulación será una vez al año y durará dos años. Un primer año de técnica y aplicación de la técnica en primeros montajes y un segundo año de montajes donde se experimentarán los lenguajes escénicos.
¿Por qué camino crees que va la situación teatral en Chiclayo?
Para mí el ejemplo de cómo está la situación del teatro en Chiclayo está en lo que podríamos decir del Teatro Dos de Mayo. Es un teatro que está en pleno centro de la ciudad reprimido de creación. Creo que muchos no saben que existía o existe un teatro en Chiclayo. Siempre digo, ojo, para mí, ¿qué están esperando? ¿qué se caiga para construir un centro comercial o algo parecido?. Entonces, ese el mejor ejemplo de cómo está nuestro teatro en Chiclayo. Esa estructura física es el ejemplo de nuestro teatro.
¿Por qué las personas deber ir al teatro?
El teatro es un lugar de encuentro, de compartir, de escuchar, de mirar, de contemplar. Creo que debemos ir al teatro para activar o reactivar nuestros sentidos. Ir al teatro permite ver el mundo a través de la mirada de otro.
Nuestro país está viviendo momentos de violencia. La inseguridad y el miedo se han apoderado de la ciudadanía. ¿Cuál crees que sea la misión del artista con esta realidad que no le es ajena y que lacera a todo un país?
Yo creo que es una tarea de todos, y todo lo resumo es ser mejor persona, artistas, abogados, médicos, contadores, docentes, comerciantes, negociantes, etc. Debemos hacer un esfuerzo por ser mejores personas. No pagar coimas, no ser el “vivazo”. Asumir que somos de carne y hueso y que debemos respetarnos. De lo contrario avivaremos la violencia, la delincuencia, el terror, las mafias y las extorsiones.
¿Qué les sugerirías a los jóvenes que desean conectarse y vincularse con el mundo teatral?
Uno puede vincularse al teatro para sensibilizarse, conocerse y aceptarse a sí mismos, que es lo que más me interesa y lo que llamo ser mejor persona. Claro, también pueden vincularte directamente con el teatro para actuar, para dirigir, para escribir, para realizar escenografías, para diseñar, etc. Les diría que el mundo del teatro es amplio y se pueden vincular desde sus habilidades.
El teatro es trabajo en equipo. Siempre están presentes las buenas formas. El lograr un objetivo en conjunto. Lo agradable del teatro es que caminamos juntos y nos acompañamos. Respetamos y nos respetan. Nos aceptamos y compartimos. Generamos confianza y autoconfianza.
Algo que desees agregar
Si te das cuenta he omitido mencionar a mucha gente de teatro local, pues sería injusto olvidarme de alguno de ellos. Somos muchos los que apostamos por el teatro, desde nuestras propias perspectivas. Y a través de estas palabras envío mi mejor onda y energía a todos los grupos y compañías de teatro. A nuestros padres del teatro chiclayano, a nuestro contemporáneos del teatro chiclayano y a los jóvenes del teatro chiclayano.
¡Gracias y visiten Casa Teatro Cussia!
Sobre Francisco Echeandía
Graduado en la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Con estudios de Magister en Dirección Teatral en la Universidad de Chile. Director de Diez minutos, De paso, La rebelión de las formas, El soplador de estrellas, El otro deseo, Jardín de colores, Electra, Zaña 1720, Canto rodado, El pez de oro, entre otros. Es autor de De paso, Diez minutos, Prisión, Equis, Bienestar y Después de la jarana. Actualmente es director de Casa Teatro Cussia.
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