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Pálida arca de insectos. Entrevista a José Ignacio Infantas Moscoso
Por: Katherine Medina Rondón
¿Cómo es que llegas a la poesía?
Llego a la poesía, porque no tengo ni el oído ni las manos para hacer música, entonces la poesía era lo más cercano para comunicar algo como si te reventara un fuego pirotécnico en la cabeza; esa fue la sensación que tuve al leer por primera vez un buen poema.
Este 11 de Julio estás presentando tu segundo libro Pálida arca de insectos cuál es su significado «real» (el poético está algo más claro)
Este libro, para mí, significa cerrar un ciclo de exploración que arrancó con Piel de arcano, desde ahí había intentado acercarme al extraño poder evocativo de la poesía y la palabra; para mí todo lo que se enuncia existe dos veces como en un holograma textual, eso siempre me ha fascinado; es también la vuelta a casa y a Los míos.
Crees que tu primer libro Piel de arcano (que gira en torno al cuerpo) podría ser catalogado como una acepción utópica y que esa distención se termina de romper con Pálida arca de insectos.
Creo que sí. En Piel de arcano, la palabra y el cuerpo compartían un espacio, Una especie de corporeidad que puede ser catalogada como utópica en el sentido heiddegeriano de que todo es discurso. En Pálida arca de insectos, la poesía está en un no lugar, lo sensorial se divorcia, hay una consciencia de los límites de lo que puede ser dicho, de lo que puede ser comunicado, pero en esa falencia, en esa barrera pragmática, hay una luminosa belleza.
He podido observar que no te sirves de los elementos clásicos como agua, el céfiro y el fuego como lo poseído si no como cimiento de tu trabajo ¿Crees que de esta manera tu poesía recoge una tradición Griega?
Creo que hay una cadencia que se relaciona con la tradición griega, con la caverna de las ideas de Platón y la mímesis Aristotélica; pero también hay una fundación en los místicos orientales, en la idea que no se puede ser al mismo tiempo observador y protagonista de lo que se experimenta. Si, la Poesía tiene algo de metafísico, es eso que la emparenta con esas mandalas que los monjes budistas colorean en granos de arena.
A lo largo de Pálida arca de insectos puedo notar una estética abstraída más o menos sistemática que funciona de manera correcta hasta llegar al poema MOMO donde quiebras con esta estética para abrirte de una manera singular y confesar tus más íntimos deseos semejantes a las del filósofo húngaro Lukács añorando tiempos primigenios donde “las palabras en nuestros corazones eran nuestro único tesoro”. ¿Cuál es la intención de esta ruptura o por qué crees que sobreviene con tanta crudeza?
El libro tiene dos partes: “Los palafitos” y el “Arca”. La primera parte es fiel al símil, a esas construcciones lacustres precarias, sostenidas como garzas sobre el suelo, pretendiendo sobrevivir a las riadas o las mareas, ahí el yo poético esta agazapado; luego “Momo” actúa como una bisagra, es al mismo tiempo un pequeño homenaje y una deuda de cariño. En la segunda parte, el “Arca”, el tono cambia, está desprotegido el yo, me atrevo a enunciar porque está claro que todo es precario, me gusta que te remita a Lukács no lo había pensado; pero sí, hay mucho de nostalgia.
¿Crees que tu estancia en EEUU ha influenciado al marcado eclecticismo en el que se encuentran sumergidos tus versos? Y que poetas norteamericanos crees que han servido de ancla en la edificación de tu discurso, además de la evidencia de Pound.
El eclecticismo lo llevo de casa, de nuestra tradición latinoamericana. El periplo por el norte se filtra por momentos en el texto. Este libro se fue escribiendo a caballo entre Arequipa, Nueva York y Boston; pero creo que eso fue solo una coincidencia.
Cuando escribía este libro, leía mucho a Gerard Manley Hopkins, a Anne Sexton, William Carlos Williams, Ezra Pound, estoy seguro que hay rastros.
*José Ignacio Infantas Moscoso (Cusco, 1980). Abogado. Ha publicado: Piel de arcano (Lago Sagrado, Arequipa, 2003). Ha participado en las antologías Poesía: Viva de Perú (Editorial de la Universidad de Guadalajara, México, 2005) y Plumas de búho (Cascahuesos, Arequipa, 2010).
Entrevista publicada en Agenda CIX el 6 de julio de 2016.
El libro tiene dos partes: “Los palafitos” y el “Arca”. La primera parte es fiel al símil, a esas construcciones lacustres precarias, sostenidas como garzas sobre el suelo, pretendiendo sobrevivir a las riadas o las mareas, ahí el yo poético esta agazapado; luego “Momo” actúa como una bisagra, es al mismo tiempo un pequeño homenaje y una deuda de cariño. En la segunda parte, el “Arca”, el tono cambia, está desprotegido el yo, me atrevo a enunciar porque está claro que todo es precario, me gusta que te remita a Lukács no lo había pensado; pero sí, hay mucho de nostalgia.
¿Crees que tu estancia en EEUU ha influenciado al marcado eclecticismo en el que se encuentran sumergidos tus versos? Y que poetas norteamericanos crees que han servido de ancla en la edificación de tu discurso, además de la evidencia de Pound.
El eclecticismo lo llevo de casa, de nuestra tradición latinoamericana. El periplo por el norte se filtra por momentos en el texto. Este libro se fue escribiendo a caballo entre Arequipa, Nueva York y Boston; pero creo que eso fue solo una coincidencia.
Cuando escribía este libro, leía mucho a Gerard Manley Hopkins, a Anne Sexton, William Carlos Williams, Ezra Pound, estoy seguro que hay rastros.
*José Ignacio Infantas Moscoso (Cusco, 1980). Abogado. Ha publicado: Piel de arcano (Lago Sagrado, Arequipa, 2003). Ha participado en las antologías Poesía: Viva de Perú (Editorial de la Universidad de Guadalajara, México, 2005) y Plumas de búho (Cascahuesos, Arequipa, 2010).
Entrevista publicada en Agenda CIX el 6 de julio de 2016.