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Canción del abismo // Matilde Granados
Canción del abismo de Matilde Granados, Ediciones Prometeo Desencadenado, 2016.
Carmen Ollé:
Tal vez una manera de conocernos bien es a través de la regresión, volver a nuestros inicios como homínidos, salvajes, sedientos de sangre y violencia.
Canción del abismo de Matilde Granados reconstruye un universo mórbido, subterráneo y muy sugerente: es el “ocaso del día”, dice la poeta, momento en que los muertos se abrazan amorosos. Un mundo de flores carnívoras, donde el corazón es un “poema venenoso” plasmado en un poemario que no solo provoca perturbación sino también un goce estético angustioso. Y es que la autora sabe que no hay otra manera de preguntarse por el sentido del sacrificio y el vacío, sobre todo por la ruta que la locura sigue en nuestra época de “fantasmales voces”, como ella misma dice.
El libro empieza con un verso antilírico sobre niños asesinos, niños vampiros, muertos que renacen, y termina con una voz siniestra que dice repetidamente que todo es ficción.
Los lectores pueden entrever una historia oculta que fluye por debajo de los terribles versos cuya intensidad nos atrapa desprevenidos.
Tal vez una manera de conocernos bien es a través de la regresión, volver a nuestros inicios como homínidos, salvajes, sedientos de sangre y violencia.
Canción del abismo de Matilde Granados reconstruye un universo mórbido, subterráneo y muy sugerente: es el “ocaso del día”, dice la poeta, momento en que los muertos se abrazan amorosos. Un mundo de flores carnívoras, donde el corazón es un “poema venenoso” plasmado en un poemario que no solo provoca perturbación sino también un goce estético angustioso. Y es que la autora sabe que no hay otra manera de preguntarse por el sentido del sacrificio y el vacío, sobre todo por la ruta que la locura sigue en nuestra época de “fantasmales voces”, como ella misma dice.
El libro empieza con un verso antilírico sobre niños asesinos, niños vampiros, muertos que renacen, y termina con una voz siniestra que dice repetidamente que todo es ficción.
Los lectores pueden entrever una historia oculta que fluye por debajo de los terribles versos cuya intensidad nos atrapa desprevenidos.
DE CAPERUCITA A LOBO FEROZ EN EL POEMA 06 DE CANCIÓN DEL ABISMO
Por: Gilbert Delgado
POEMA 6
Discurso dialógico que presenta como actores a S1 y a S2, donde el sujeto de la enunciación (S1) es el mismo sujeto del enunciado lo cual equivale a decir: te cuento algo sobre mí. Lo que se cuenta es en tiempo real. Damos al texto la denominación de poema debido a las licencias de éste con respecto de la ortografía. El texto no presenta los guiones mayores, índices del diálogo:
Discurso dialógico que presenta como actores a S1 y a S2, donde el sujeto de la enunciación (S1) es el mismo sujeto del enunciado lo cual equivale a decir: te cuento algo sobre mí. Lo que se cuenta es en tiempo real. Damos al texto la denominación de poema debido a las licencias de éste con respecto de la ortografía. El texto no presenta los guiones mayores, índices del diálogo:
Papá, ¿quieres jugar a coserte la boquita?
¿No es peligroso?
Sí, papá, pero solo es un juego.
¿No es peligroso?
Sí, papá, pero solo es un juego.
COMPONENTE NARRATIVO
S1 pretende instaurar un deseo en S2: jugar. A manera de un presupuesto, en un estado anterior no expresado en el relato, asumiremos que S2 no sabe ni quiere jugar por lo cual S1 se yergue en destinador tanto de un querer como de un saber jugar. El no saber de S2 está expresado explícitamente en la duda, ¿no es peligroso?, la cual, al mismo tiempo, contribuye al no querer.
· ROLES ACTANCIALES
En los modelos de actuación, S1 desempeña los roles actanciales de destinador de un saber y destinador de un querer, además de sujeto del deseo.
S2 desempeña los roles de sujeto virtual y destinatario del querer y del saber. De cumplirse el deseo de S1, ante lo cual el relato empeña el suspense, S2 sería, además, sujeto de estado y sujeto instaurado.
Se puede atribuir también a S2 el rol actancial de sujeto diferido del deseo, puesto que el sujeto no es él exactamente, al menos por lo pronto, sino algo a propósito de él: jugar. S2 se muestra además de apático e ingenuo, como sujeto incompetente, pues si no quiere y no sabe tampoco podrá jugar.
COMPONENTE FIGURATIVO
Para concretizar la actividad del juego, S1 recurre a la manipulación (hacer hacer) y hasta a la seducción textualmente manifestada en el lexema boquita recurriendo al valor afectivo del diminutivo, al pathos y al ethos como modos apelativos. S2 se muestra ignorante, y de ello se desprende lo desconfiado. Esa carencia de fe se expresa con una interrogante: ¿No es peligroso? A lo que S1 responde afirmativamente, aunque recurriendo al eufemismo enfatizando en que “solo es un juego”.
· ROLES TEMÁTICOS
S1 se configura discursivamente como hijo por su relación en el plano familiar con la figura textual papá e incluso, a menos que la intencionalidad del discurso proyecte otra imagen, como niño por la tendencia al juego, otra figura textual. S2 desempeña el rol temático de cabeza de familia textualmente explicitado en el vocativo papá.
S1 pretende instaurar un deseo en S2: jugar. A manera de un presupuesto, en un estado anterior no expresado en el relato, asumiremos que S2 no sabe ni quiere jugar por lo cual S1 se yergue en destinador tanto de un querer como de un saber jugar. El no saber de S2 está expresado explícitamente en la duda, ¿no es peligroso?, la cual, al mismo tiempo, contribuye al no querer.
· ROLES ACTANCIALES
En los modelos de actuación, S1 desempeña los roles actanciales de destinador de un saber y destinador de un querer, además de sujeto del deseo.
S2 desempeña los roles de sujeto virtual y destinatario del querer y del saber. De cumplirse el deseo de S1, ante lo cual el relato empeña el suspense, S2 sería, además, sujeto de estado y sujeto instaurado.
Se puede atribuir también a S2 el rol actancial de sujeto diferido del deseo, puesto que el sujeto no es él exactamente, al menos por lo pronto, sino algo a propósito de él: jugar. S2 se muestra además de apático e ingenuo, como sujeto incompetente, pues si no quiere y no sabe tampoco podrá jugar.
COMPONENTE FIGURATIVO
Para concretizar la actividad del juego, S1 recurre a la manipulación (hacer hacer) y hasta a la seducción textualmente manifestada en el lexema boquita recurriendo al valor afectivo del diminutivo, al pathos y al ethos como modos apelativos. S2 se muestra ignorante, y de ello se desprende lo desconfiado. Esa carencia de fe se expresa con una interrogante: ¿No es peligroso? A lo que S1 responde afirmativamente, aunque recurriendo al eufemismo enfatizando en que “solo es un juego”.
· ROLES TEMÁTICOS
S1 se configura discursivamente como hijo por su relación en el plano familiar con la figura textual papá e incluso, a menos que la intencionalidad del discurso proyecte otra imagen, como niño por la tendencia al juego, otra figura textual. S2 desempeña el rol temático de cabeza de familia textualmente explicitado en el vocativo papá.
NIVEL PROFUNDO DE SIGNIFICACIÓN
Siendo el juego, por definición, una actividad pacífica y, al menos en concepción, alejada del peligro; habría que anteponerle por oposición, puesto que así parece sugerirlo la intencionalidad del discurso, la actividad bélica que aparece sugerida textualmente en el vocablo PELIGROSO. Donde el juego (pacífico) cae, más bien, en el ámbito de lo peligroso (belicoso). En ese sentido, el juego al cual invita el hijo no es lo que parece. El padre es llevado al ámbito de la mentira: se le invita a una actividad que parece un juego, pero en realidad no lo es.
Siendo el juego, por definición, una actividad pacífica y, al menos en concepción, alejada del peligro; habría que anteponerle por oposición, puesto que así parece sugerirlo la intencionalidad del discurso, la actividad bélica que aparece sugerida textualmente en el vocablo PELIGROSO. Donde el juego (pacífico) cae, más bien, en el ámbito de lo peligroso (belicoso). En ese sentido, el juego al cual invita el hijo no es lo que parece. El padre es llevado al ámbito de la mentira: se le invita a una actividad que parece un juego, pero en realidad no lo es.
El hijo, que parecía un niño con sus características de candidez, ternura… era, en realidad, una bomba de tiempo esperando la oportunidad para detonar en desmedro del padre su malevosidad, crueldad... Lo era, aunque no lo parecía. Se mantuvo en el ámbito del secreto. Y puede que hasta el padre sea susceptible de ser movido al ámbito de la falsedad: alguien, aunque dentro de la familia, que ni parece padre ni lo es. Será por ello que ante el solemne padre se prefiere el terrenal papá.
LA LEY DEL TALIÓN
Dentro de lo que es noticia recurrente en cuanto a la violencia familiar y, específicamente, del padre en contra del hijo que, en este caso, terminó convirtiéndose en material para lo literario; podemos indicar:
· un niño abortado que el padre eliminó.
· un niño abandonado que el padre negó.
· un niño abusado que el padre violó.
La propuesta del hijo hacia el padre, por eso, implica la invitación a una actividad que bajo la fórmula del juego esconde un gran peligro. Debido a la suspicacia que el “hijo” ostenta en su invitación al juego (que más se asemeja a un juego macabro); bien podríamos pensar en un adulto estancado en la etapa infantil de su vida debido a algún trauma sicológico lo cual se convierte en el móvil que lo conduce a actuar en venganza “De caperucita a lobo”. El papá, en este cambio de roles, pasará de “Lobo a Caperucita”. El hecho de disimular una agresión tras el ropaje de una actividad lúdica, típico en los casos de violencia sexual infantil, además de la elección de la boca, plano físico y zona erógena, como espacio para el juego; nos permite abordar el incesto como insinuación temática en el plano profundo de la significación.
Con respecto del hijo, aunque el gramema “o” nos remita al género masculino, habría que indicar que el texto proporciona una marca nítida: la costura, actividad implícita en el juego al que se alude, está relacionado, más bien, con las niñas.
LA REGLA ÁUREA
Culturalmente, asignamos, según referente (saber) y contexto (situación), una serie de significados y sentidos a los diversos signos. Con respecto de los signos lingüísticos, ¿en cuántas cosas puedo pensar cuando digo CANCIÓN o cuando digo ABISMO? Desde el ámbito literario, por ejemplo, al decir CANCIÓN puedo pensar en los lieder de Henrich Heine y, mucho más allá en el tiempo, en Odiseo y la canción de las sirenas. A manera de curiosidad, diremos que Libro de canciones, Ópera prima de Heine, presenta los poemas con numeración arábiga en vez de títulos tal como hace MGR.
Al decir ABISMO, me remito topográficamente al plano opuesto de cielo, o sea BAJO con respecto de ALTO. Pienso, entonces, en el Hades de la mitología clásica. Desde un referente religioso, por otro lado, pienso simbólicamente en el pecado. Caer en pecado es rodar hacia el abismo. Y pecado, a su vez, se relaciona con mancha u oscuridad y, por extensión, con todo aquello que la sociedad condena. Barajando esta serie de sentidos, y con miras a una línea de lectura, podríamos interpretar la frase CANCIÓN DEL ABISMO como una alusión al cántico de sirenas, o a aquello que más se le parezca por su poder seductor, que pretende arrastrarnos irremediablemente hacia el ámbito de lo no permitido o sancionado socialmente y que religiosamente se denomina pecado.
Partiendo de esto, dentro de los muchos desenlaces que pueden atribuirse al poema en cuestión, nos ceñiremos a aquel que entabla una advertencia de orden moral partiendo de lo develado en el título. Asumimos el daño infligido por el padre en contra de la hija por la connotación del lexema costura. El coser la boquita bien puede movernos a la idea de obstrucción de la palabra, o sea silenciar el hecho. Aunque ello convertiría a la hija más que víctima, en cómplice. El coser está relacionado, sin embargo, dentro de lo que a su actividad doméstica le compete, enmendar una rotura. En este caso, coser la boca de papá representaría simbólicamente una enmienda a la desfloración. Así, el juego se transforma en castigo y lo que, en apariencia, se ofrece a papá, o sea la satisfacción del juego, se transforma en sufrimiento por el castigo.
Dentro de la moraleja que esta cruda escena nos deja, pensamos en la regla áurea: No hagas a otro lo que no quieres que hagan contigo.
LA LEY DEL TALIÓN
Dentro de lo que es noticia recurrente en cuanto a la violencia familiar y, específicamente, del padre en contra del hijo que, en este caso, terminó convirtiéndose en material para lo literario; podemos indicar:
· un niño abortado que el padre eliminó.
· un niño abandonado que el padre negó.
· un niño abusado que el padre violó.
La propuesta del hijo hacia el padre, por eso, implica la invitación a una actividad que bajo la fórmula del juego esconde un gran peligro. Debido a la suspicacia que el “hijo” ostenta en su invitación al juego (que más se asemeja a un juego macabro); bien podríamos pensar en un adulto estancado en la etapa infantil de su vida debido a algún trauma sicológico lo cual se convierte en el móvil que lo conduce a actuar en venganza “De caperucita a lobo”. El papá, en este cambio de roles, pasará de “Lobo a Caperucita”. El hecho de disimular una agresión tras el ropaje de una actividad lúdica, típico en los casos de violencia sexual infantil, además de la elección de la boca, plano físico y zona erógena, como espacio para el juego; nos permite abordar el incesto como insinuación temática en el plano profundo de la significación.
Con respecto del hijo, aunque el gramema “o” nos remita al género masculino, habría que indicar que el texto proporciona una marca nítida: la costura, actividad implícita en el juego al que se alude, está relacionado, más bien, con las niñas.
LA REGLA ÁUREA
Culturalmente, asignamos, según referente (saber) y contexto (situación), una serie de significados y sentidos a los diversos signos. Con respecto de los signos lingüísticos, ¿en cuántas cosas puedo pensar cuando digo CANCIÓN o cuando digo ABISMO? Desde el ámbito literario, por ejemplo, al decir CANCIÓN puedo pensar en los lieder de Henrich Heine y, mucho más allá en el tiempo, en Odiseo y la canción de las sirenas. A manera de curiosidad, diremos que Libro de canciones, Ópera prima de Heine, presenta los poemas con numeración arábiga en vez de títulos tal como hace MGR.
Al decir ABISMO, me remito topográficamente al plano opuesto de cielo, o sea BAJO con respecto de ALTO. Pienso, entonces, en el Hades de la mitología clásica. Desde un referente religioso, por otro lado, pienso simbólicamente en el pecado. Caer en pecado es rodar hacia el abismo. Y pecado, a su vez, se relaciona con mancha u oscuridad y, por extensión, con todo aquello que la sociedad condena. Barajando esta serie de sentidos, y con miras a una línea de lectura, podríamos interpretar la frase CANCIÓN DEL ABISMO como una alusión al cántico de sirenas, o a aquello que más se le parezca por su poder seductor, que pretende arrastrarnos irremediablemente hacia el ámbito de lo no permitido o sancionado socialmente y que religiosamente se denomina pecado.
Partiendo de esto, dentro de los muchos desenlaces que pueden atribuirse al poema en cuestión, nos ceñiremos a aquel que entabla una advertencia de orden moral partiendo de lo develado en el título. Asumimos el daño infligido por el padre en contra de la hija por la connotación del lexema costura. El coser la boquita bien puede movernos a la idea de obstrucción de la palabra, o sea silenciar el hecho. Aunque ello convertiría a la hija más que víctima, en cómplice. El coser está relacionado, sin embargo, dentro de lo que a su actividad doméstica le compete, enmendar una rotura. En este caso, coser la boca de papá representaría simbólicamente una enmienda a la desfloración. Así, el juego se transforma en castigo y lo que, en apariencia, se ofrece a papá, o sea la satisfacción del juego, se transforma en sufrimiento por el castigo.
Dentro de la moraleja que esta cruda escena nos deja, pensamos en la regla áurea: No hagas a otro lo que no quieres que hagan contigo.
Poemas de Canción del abismo
4
Muerte
sella la ventana
y la puerta de mi habitación.
Siéntate a mi lado Niña mía.
Cuenta hasta tres
y antes que la tierra
despierte en el regazo del sol
apuñala ochenta y seis veces
mis ahuecados ojos,
criatura enferma.
5
Kayla,
habitas en un mar turbio.
Tu lengua, animal iracundo
del tamaño de un elefante
se enreda con el llanto
de tu víctima.
Una extensa cabellera dorada
en el horizonte.
Ves muertos que idealizan la vida.
Te enterneces.
Los arrullas
y dejas que tus manos acaben
de asfixiar sus cabezas.
16
Te acercas hasta mi garganta.
Crees ver un túnel
y gritas mi nombre.
Me pides que no muera.
Un canto
sufre dentro de mi vientre.
Alguien me tapa la boca.
Desearía alcanzarte,
abrazarte un poco.
Reconocerte.
Reconocerme
en la voz ahogada.
Hablar y que el silencio nos odie.
Arrullarnos
en esta realidad.
Criatura,
pedazo mezquino de mi vida.
Un día caeremos rendidos
sobre un cielo
lleno de sofismas
y flores carnívoras.
Muerte
sella la ventana
y la puerta de mi habitación.
Siéntate a mi lado Niña mía.
Cuenta hasta tres
y antes que la tierra
despierte en el regazo del sol
apuñala ochenta y seis veces
mis ahuecados ojos,
criatura enferma.
5
Kayla,
habitas en un mar turbio.
Tu lengua, animal iracundo
del tamaño de un elefante
se enreda con el llanto
de tu víctima.
Una extensa cabellera dorada
en el horizonte.
Ves muertos que idealizan la vida.
Te enterneces.
Los arrullas
y dejas que tus manos acaben
de asfixiar sus cabezas.
16
Te acercas hasta mi garganta.
Crees ver un túnel
y gritas mi nombre.
Me pides que no muera.
Un canto
sufre dentro de mi vientre.
Alguien me tapa la boca.
Desearía alcanzarte,
abrazarte un poco.
Reconocerte.
Reconocerme
en la voz ahogada.
Hablar y que el silencio nos odie.
Arrullarnos
en esta realidad.
Criatura,
pedazo mezquino de mi vida.
Un día caeremos rendidos
sobre un cielo
lleno de sofismas
y flores carnívoras.