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Paula González Rodríguez:
"El teatro es una herramienta histórica que sirve
para sanar, para poner situaciones conflictivas de la comunidad en discusión"
Por Francisco Echeandía Cevallos
2 de julio de 2017
Entrevista de Francisco Echeandía a la actriz, investigadora y docente chilena, Paula González Rodríguez. Egresada de la Escuela Teatro Imagen. Magíster en Artes Escénicas de UNICAMP y Doctora en Artes Escénicas Universidad de Sao Paulo. Docente Titular Universidad de las Artes, Ecuador.
¿Por qué hacer teatro hoy en día?
El teatro aunque suene cliché es un lugar de comunión único. Desde sus orígenes, el hombre ha intentado darle sentido y significar su entorno como pulsión vital para movilizarse. El hombre ante todo es movimiento, no es mente, es acción y cuando el hombre busca una salida siempre puede recurrir al teatro en cualquier formato performativo. Ahí tienes entonces todas las discusiones contemporáneas de lo que es o no teatro, de lo que es o no performance y el cine, la tv, el internet, los videos y diversos espacios de representación y resignificación de la realidad, de algún modo todo eso está mediado por el teatro. Sin embargo y a pesar de la proliferación de múltiples formatos, la experiencia viva de asistir a un espectáculo teatral, resulta ser aún, la experiencia más poderosa y movilizadora de todas.
¿Cómo ve el teatro latinoamericano?
Si hablamos de Teatro Latinoamericano tendríamos que definir primero qué es el teatro latinoamericano. ¿Es el teatro que se hace en Latinoamérica? ¿Es el teatro que se ve o se piensa como latinoamericano? ¿Es el teatro que levanta los orígenes? ¿Qué es? Si pensamos en el teatro que actualmente se hace en Latinoamérica tenemos una enorme diversidad de propuestas, muchas de ellas mediadas por los mercados internacionales del arte y sus propuestas estéticas de moda. Dentro de esa diversidad podemos encontrar compañías que dialogan con los públicos que son parte del circuito teatral internacional y al mismo tiempo intentar dialogar con sus públicos de origen y estéticas y modos de ver las realidades locales. Considero que esas propuestas son las más interesantes. La historia nos ha mostrado que las hibridaciones cuando son orgánicas y conectadas con sus pulsiones culturales más profundas generan signos expresivos poderosísimos que logran trascender el lugar y la época. En ese sentido yo veo que el desarrollo de escuelas cada vez más serias y profesionales en la lógica de trabajar con dedicación y curiosidad investigativa profunda y rigurosa, es una oportunidad para levantar proyectos poéticos que den cuenta de las realidades en las cuales se inscriben.
¿Cuáles son los obstáculos que percibe en el hacer teatral?
Mi maestro Gustavo Meza, Premio nacional de Teatro en Chile, dice siempre que ser una persona de teatro es como ser una especie de kamikaze, porque el teatro es duro y es difícil vivir de este oficio, sin embargo, fuimos enseñados a ver nuestro arte como un sacerdocio en el cual la entrega es total. El principal obstáculo que veo hoy en día es por un lado la banalización de la cultura, lo que incluye que acciones, emociones y situaciones vividas tengan poco tiempo para ser aprendidas como experiencias sensibles. Esta situación genera que las personas vayan saltando de un placer inmediato a otro sin darse el tiempo para vivir y procesar las vivencias con la profundidad necesarias para transformarlas en experiencias que nos permitan crecer como personas. Esta situación se ve reflejada claramente en el teatro, donde cada día vemos proliferar innumerables puestas en escena carentes de honestidad, profundidad y entrega expresiva en pro de generar una real propuesta poética que pueda ser percibida por el público como una experiencia sensible. Esa situación atenta contra la conexión vital del teatro, en cualquier estilo o formato.
¿Cuáles son las experiencias que considera más valiosas en su vida teatral?
La primera experiencia que me marcó para toda la vida y me llevó a estudiar teatro fue asistir las obras La misión de Heiner Muller y Santa Juana de los Mataderos de Brecht, en una misma función, actuadas por Paulina Urrutia y dirigida por Alexander Stillmark en el Goethe Institute de Chile, fue tan poderosamente bien llevada la pulsión de sentir que vinimos a la vida para ser protagonistas de ella que no pude más que dedicarle mi vida al teatro. Jajajaja aquí se me salen todos mis orígenes religiosos renegados…
¿A qué autores recomienda para las puestas en escena?
Autores hay tantos y tan maravillosos, que depende mucho de la pulsión vital que te inunde en el momento histórico que estás como persona y creador. Pienso que siempre es bueno revisitar los clásicos porque nos dan lecturas humanas que han trascendido por ser poderosas. Shakespeare, los grandes clásicos griegos, Brecht, Heiner Muller, son autores que siempre se deben conocer. Ahora respecto a autores contemporáneos siempre recomiendo que cada grupo parta pensando en que temas los movilizan en ese momento para desde ahí buscar obras y autores que nos ayuden a acercarnos a eso. Al mismo tiempo, las puestas en escena contemporáneas nos entregan diversas formas y estilos para crear obras sin la necesidad de un texto previo.
¿Qué es más importante: ¿El personaje, la historia o la puesta en escena?
Depende de la obra, hoy hay puestas en escena que prescinden de personajes e historias, a mi parecer lo más importante es la presencia de la composición de una situación escénica poderosa (experiencia sensible) que sea hábilmente guiada, ya sea que esta se construya por medio de la iluminación, el sonido, un texto, el cuerpo de los actores o lo que el grupo estime conveniente. La pulsión vital de ese relato y el cómo se conduzca es lo que le da sentido a la comunión de espectar una obra.
¿Qué se debe hacer por el teatro en nuestro entorno?
Se debe hacer todo, jajaja. El teatro es una herramienta poderosísima para aprender a ser persona y vivir en comunión y en comunidad. El teatro debería ser parte de la formación escolar desde sus inicios, porque nos enseña a aprender de uno, nuestras emociones, nuestro espacio vital expresivo y el de los otros, esos es la base para ser ciudadano. Si yo aprendo a que mi cuerpo se debe expresar saludablemente, aprendo a mirarme en profundidad y en consecuencia es posible que pueda mirar a otros en su profundidad. Luego, el teatro es una herramienta histórica que sirve para sanar, para poner situaciones conflictivas de la comunidad en discusión, sirve para repensar nuestro mundo y el de otros y para buscar siempre nuevas salidas y soluciones posibles.
¿Debemos vivir el teatro posmoderno o primero conocer el teatro moderno? ¿Cuáles son sus diferencias?
El discurso de la posmodernidad con su muerte de los grandes relatos y sus realidades líquidas puede ser un discurso tramposo. Los estilos, estéticas y modos de producción de una puesta en escena son diversos, cada uno debe buscar para cada creación las técnicas necesarias para ser lo más fiel en la expresión de su pulsión más profunda. En ese sentido el conocer con profundidad las técnicas y estilos que se nos proponen siempre es una ventaja a la hora de incorporar otras herramientas, pero se deben conocer los lenguajes básicos porque de ellos derivan todas las actuales deconstrucciones. No se puede romper lo que no se conoce.
¿Algo que quisiera agregar?
Desde los orígenes, el hombre ha intentado mediar con la realidad de modo simbólico, con esto ha podido comunicarse y construir un sentido colectivo de realidad. Así nos encontramos con pinturas en cuevas, tallados en piedras, ritos chamánicos de conexión con el cosmos y con nuestra propia representación interior. En esa línea, dos ideas fuerzas son centrales para mí. La primera es la idea Brechtiana de su teatro didáctico de diseccionar la realidad para pensarla y develarla y la segunda es la idea de actor de Grotowski en la cual el hombre se despoja de todo para prestar su cuerpo y espíritu al personaje. Pienso que ambas cosas constituyen lo medular del fenómeno teatral. La última idea es pensarse siempre como un artista investigador y pedagogo integradamente porque la idea de creación artística solo subsiste orgánicamente desde esa triada, independientemente de la fuerza o énfasis que cada una de esas categorías tenga en uno u otro momento histórico de la formación del artista.
¿Por qué hacer teatro hoy en día?
El teatro aunque suene cliché es un lugar de comunión único. Desde sus orígenes, el hombre ha intentado darle sentido y significar su entorno como pulsión vital para movilizarse. El hombre ante todo es movimiento, no es mente, es acción y cuando el hombre busca una salida siempre puede recurrir al teatro en cualquier formato performativo. Ahí tienes entonces todas las discusiones contemporáneas de lo que es o no teatro, de lo que es o no performance y el cine, la tv, el internet, los videos y diversos espacios de representación y resignificación de la realidad, de algún modo todo eso está mediado por el teatro. Sin embargo y a pesar de la proliferación de múltiples formatos, la experiencia viva de asistir a un espectáculo teatral, resulta ser aún, la experiencia más poderosa y movilizadora de todas.
¿Cómo ve el teatro latinoamericano?
Si hablamos de Teatro Latinoamericano tendríamos que definir primero qué es el teatro latinoamericano. ¿Es el teatro que se hace en Latinoamérica? ¿Es el teatro que se ve o se piensa como latinoamericano? ¿Es el teatro que levanta los orígenes? ¿Qué es? Si pensamos en el teatro que actualmente se hace en Latinoamérica tenemos una enorme diversidad de propuestas, muchas de ellas mediadas por los mercados internacionales del arte y sus propuestas estéticas de moda. Dentro de esa diversidad podemos encontrar compañías que dialogan con los públicos que son parte del circuito teatral internacional y al mismo tiempo intentar dialogar con sus públicos de origen y estéticas y modos de ver las realidades locales. Considero que esas propuestas son las más interesantes. La historia nos ha mostrado que las hibridaciones cuando son orgánicas y conectadas con sus pulsiones culturales más profundas generan signos expresivos poderosísimos que logran trascender el lugar y la época. En ese sentido yo veo que el desarrollo de escuelas cada vez más serias y profesionales en la lógica de trabajar con dedicación y curiosidad investigativa profunda y rigurosa, es una oportunidad para levantar proyectos poéticos que den cuenta de las realidades en las cuales se inscriben.
¿Cuáles son los obstáculos que percibe en el hacer teatral?
Mi maestro Gustavo Meza, Premio nacional de Teatro en Chile, dice siempre que ser una persona de teatro es como ser una especie de kamikaze, porque el teatro es duro y es difícil vivir de este oficio, sin embargo, fuimos enseñados a ver nuestro arte como un sacerdocio en el cual la entrega es total. El principal obstáculo que veo hoy en día es por un lado la banalización de la cultura, lo que incluye que acciones, emociones y situaciones vividas tengan poco tiempo para ser aprendidas como experiencias sensibles. Esta situación genera que las personas vayan saltando de un placer inmediato a otro sin darse el tiempo para vivir y procesar las vivencias con la profundidad necesarias para transformarlas en experiencias que nos permitan crecer como personas. Esta situación se ve reflejada claramente en el teatro, donde cada día vemos proliferar innumerables puestas en escena carentes de honestidad, profundidad y entrega expresiva en pro de generar una real propuesta poética que pueda ser percibida por el público como una experiencia sensible. Esa situación atenta contra la conexión vital del teatro, en cualquier estilo o formato.
¿Cuáles son las experiencias que considera más valiosas en su vida teatral?
La primera experiencia que me marcó para toda la vida y me llevó a estudiar teatro fue asistir las obras La misión de Heiner Muller y Santa Juana de los Mataderos de Brecht, en una misma función, actuadas por Paulina Urrutia y dirigida por Alexander Stillmark en el Goethe Institute de Chile, fue tan poderosamente bien llevada la pulsión de sentir que vinimos a la vida para ser protagonistas de ella que no pude más que dedicarle mi vida al teatro. Jajajaja aquí se me salen todos mis orígenes religiosos renegados…
¿A qué autores recomienda para las puestas en escena?
Autores hay tantos y tan maravillosos, que depende mucho de la pulsión vital que te inunde en el momento histórico que estás como persona y creador. Pienso que siempre es bueno revisitar los clásicos porque nos dan lecturas humanas que han trascendido por ser poderosas. Shakespeare, los grandes clásicos griegos, Brecht, Heiner Muller, son autores que siempre se deben conocer. Ahora respecto a autores contemporáneos siempre recomiendo que cada grupo parta pensando en que temas los movilizan en ese momento para desde ahí buscar obras y autores que nos ayuden a acercarnos a eso. Al mismo tiempo, las puestas en escena contemporáneas nos entregan diversas formas y estilos para crear obras sin la necesidad de un texto previo.
¿Qué es más importante: ¿El personaje, la historia o la puesta en escena?
Depende de la obra, hoy hay puestas en escena que prescinden de personajes e historias, a mi parecer lo más importante es la presencia de la composición de una situación escénica poderosa (experiencia sensible) que sea hábilmente guiada, ya sea que esta se construya por medio de la iluminación, el sonido, un texto, el cuerpo de los actores o lo que el grupo estime conveniente. La pulsión vital de ese relato y el cómo se conduzca es lo que le da sentido a la comunión de espectar una obra.
¿Qué se debe hacer por el teatro en nuestro entorno?
Se debe hacer todo, jajaja. El teatro es una herramienta poderosísima para aprender a ser persona y vivir en comunión y en comunidad. El teatro debería ser parte de la formación escolar desde sus inicios, porque nos enseña a aprender de uno, nuestras emociones, nuestro espacio vital expresivo y el de los otros, esos es la base para ser ciudadano. Si yo aprendo a que mi cuerpo se debe expresar saludablemente, aprendo a mirarme en profundidad y en consecuencia es posible que pueda mirar a otros en su profundidad. Luego, el teatro es una herramienta histórica que sirve para sanar, para poner situaciones conflictivas de la comunidad en discusión, sirve para repensar nuestro mundo y el de otros y para buscar siempre nuevas salidas y soluciones posibles.
¿Debemos vivir el teatro posmoderno o primero conocer el teatro moderno? ¿Cuáles son sus diferencias?
El discurso de la posmodernidad con su muerte de los grandes relatos y sus realidades líquidas puede ser un discurso tramposo. Los estilos, estéticas y modos de producción de una puesta en escena son diversos, cada uno debe buscar para cada creación las técnicas necesarias para ser lo más fiel en la expresión de su pulsión más profunda. En ese sentido el conocer con profundidad las técnicas y estilos que se nos proponen siempre es una ventaja a la hora de incorporar otras herramientas, pero se deben conocer los lenguajes básicos porque de ellos derivan todas las actuales deconstrucciones. No se puede romper lo que no se conoce.
¿Algo que quisiera agregar?
Desde los orígenes, el hombre ha intentado mediar con la realidad de modo simbólico, con esto ha podido comunicarse y construir un sentido colectivo de realidad. Así nos encontramos con pinturas en cuevas, tallados en piedras, ritos chamánicos de conexión con el cosmos y con nuestra propia representación interior. En esa línea, dos ideas fuerzas son centrales para mí. La primera es la idea Brechtiana de su teatro didáctico de diseccionar la realidad para pensarla y develarla y la segunda es la idea de actor de Grotowski en la cual el hombre se despoja de todo para prestar su cuerpo y espíritu al personaje. Pienso que ambas cosas constituyen lo medular del fenómeno teatral. La última idea es pensarse siempre como un artista investigador y pedagogo integradamente porque la idea de creación artística solo subsiste orgánicamente desde esa triada, independientemente de la fuerza o énfasis que cada una de esas categorías tenga en uno u otro momento histórico de la formación del artista.
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