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Y un día el Ciclón de Poesía volvió
Chiclayo, 25 de octubre de 2015
Por Juan José Soto Bacigalupo
El Ciclón de Poesía volvió. Luego de un año y 8 meses volvió. Algunos preguntaban el porqué de esa temporada en el reino del silencio. Un 3 de febrero de 2014 -dos días después del último Ciclón- fallecía Carlos Ramírez Soto, el querido Chino: el poeta de la isla, el de la Astronomía del ser, el de El Orate en el espejo. Poeta alucinado y de intensa humanidad. El golpe fue devastador. Dos días antes nos abrazábamos en plena avenida Grau. Aquel día había hecho su ingreso airado y lento –usaba un bastón- al recital reclamando mi presencia. Era un ciclón literalmente. Lo calmé afectuosamente. Me escuchó -siempre me escuchaba- aunque esta vez me tomó unos minutos apaciguar su encendido ánimo. Me pidió un cigarro. Sabía que ninguna razón lo iba a persuadir de su intención y se lo di, no sin cierto remordimiento. Conversamos. Sacó una bolsa y repartió poemas entre los asistentes. Súbitamente, me pidió leer. Luego -también súbitamente- desistió. Se levantó. Se despidió. Lo acompañé. Quedamos en reunirnos para comer un ceviche: “compramos pescado fresco y lo preparo”, agregó resuelto. Lo abracé y me despedí de él no sin antes embarcarlo en un taxi. Una extraña sensación me dejó esa abrupta aparición del Chino. Algunos meses atrás me había contado exaltado -mientras me daba una copia de un correo electrónico- cómo una amiga poeta había anunciado -a través de ese “bendito” correo y las redes sociales- su muerte. “Todo el mundo anuncia mi muerte, esta amiga también. Mira todo lo que ha escrito; pero estoy más vivo que ella”, sentenció.
Hoy viernes 4 de septiembre -5 años después del primer evento- soy el primero en llegar a "Mi Pueblo" como en aquel primer Ciclón de Poesía que organizamos en el desaparecido “Faby” que nos acogió durante los dos primeros recitales hasta que unos “benditos” hijos de lo ajeno desmantelaran el local. Se llevaron hasta las servilletas los jijunas. Y hoy –como ayer- ingreso a paso raudo para ultimar los detalles previos. Comienzan a llegar los miembros de Agenda. Los días previos en las redes sociales se anunciaban febriles vientos de jolgorio y holganza artística en pleno centro de Chiclayo: banners digitales atestaban los muros de Facebook: El Ciclón de Poesía vuelve, Vuelve el Ciclón de Poesía, Ciclón de Poesía vuelve de costa a costa. Los grupos de Facebook eran literalmente estremecidos por el viento huracanado de la poesía y el Ciclón vuelve que dejaban su impronta. Los tuiteos y retuiteos disciplinados del equipo impregnaban de un aire tibio y animado las aún frías cuentas de tuiter en la ciudad de Chiclayo. Sin ninguna duda: Agenda CIX había entrado en acción y tomado por asalto la noche de la ciudad de la amistad, ávida de pachanga, juerga y pereque.
8:20 p.m. inicia el Ciclón y también la maciza certidumbre de que no hay ni habrá tregua ni respiro. La sensación más cercana de estar en el Ciclón de Poesía es la de una vorágine frenética y sin pausa. Eso lo sabemos Maty –la gestora de esa divina locura de poesía que es el *Festival del Diantre-, Gianfranco y yo, pero hoy lo vivirán también en su raíz y extensión Tati, Karen, Belén, Elvis, Jean, Salvi, Guille y Frankie, miembros de Agenda CIX. Ale y Nomi no estuvieron esta vez. Tendrán que aguardar próximos vientos.
Xiomara López -impecable y solvente en la presentación- anuncia la llegada del Ciclón de Poesía. Oscar Castillo inicia su participación musical y se conecta inmediatamente con el público. Luego, Víctor Contreras -el poeta neperiano- y Astrid Pérez Cubas -Amante carmesí- prosiguen entre relatos y versos. A continuación, ingresa en escena el actor guatemalteco Gustavo Ostrich. "Mi Pueblo" a esta altura alberga a más de un centenar de personas. En la segunda mesa de lectura poética, Matilde Granados -Maty para la cofradía poética- y Stefany Estela leen sus textos en afable complicidad. Nuevamente la música con Giancarlo Mejía y el rock & blues. Luego, aparecen apostados en la mesa Kevin y Karen Díaz –sin parentesco de sangre alguno, pero hermanados por la vena narrativa. Acto seguido, vemos a Anita Idrogo Buscando amor y El Ninja a través de sus cortos. Luego, se proyectaría Once de la noche de Brayan Aguirre minutos antes de las 11. Por caprichosa coincidencia el corto se detendría exactamente a las 11 de la noche. Huelga decir que el actor argentino Pablo Tur –vinculado a la memoria afectiva del Ciclón- haría su aparición acompañado de la voz del poeta de los caminantes y caminos al andar y de Madeleini Sosa en una emotiva performance. Tercera mesa de lectura poética, Ernesto Facho –el de la Espada indeleble- blande sus versos y Moisés Quiñónez –del Durazno sangrando- cicatriza la dulce sangre a borbotones. Segunda mesa de relatos, Dandy Berrú – el de La cuchara de papá - y Tatiana Alarcón, la Chica cronopio. Luego, la hora del inesperado desafío poético de dos avezados compañeros de ruta, distanciados ahora por astros y noches distintas tan solo: el popular Maese, Stanley Vega y JJ Soto. Ambos, poema contra poema, universo contra universo ante la tensión del público y la mirada atónita y confusa de los miembros de Agenda CIX. Luego se multiplicarían las pullas, los panes, los vasos, los vinos, los besos y los abrazos al final.
Finalmente, Alex Neira lee un poema e intenta leer otro, pero la noche le es arrebatada de las manos por un niño que coge micrófono y mesa en vilo y remata el Ciclón de Poesía. Unas mesas más atrás, se escucha un poema que sopla y parte la noche y convoca a los mil nombres del viento:
Xiomara López -impecable y solvente en la presentación- anuncia la llegada del Ciclón de Poesía. Oscar Castillo inicia su participación musical y se conecta inmediatamente con el público. Luego, Víctor Contreras -el poeta neperiano- y Astrid Pérez Cubas -Amante carmesí- prosiguen entre relatos y versos. A continuación, ingresa en escena el actor guatemalteco Gustavo Ostrich. "Mi Pueblo" a esta altura alberga a más de un centenar de personas. En la segunda mesa de lectura poética, Matilde Granados -Maty para la cofradía poética- y Stefany Estela leen sus textos en afable complicidad. Nuevamente la música con Giancarlo Mejía y el rock & blues. Luego, aparecen apostados en la mesa Kevin y Karen Díaz –sin parentesco de sangre alguno, pero hermanados por la vena narrativa. Acto seguido, vemos a Anita Idrogo Buscando amor y El Ninja a través de sus cortos. Luego, se proyectaría Once de la noche de Brayan Aguirre minutos antes de las 11. Por caprichosa coincidencia el corto se detendría exactamente a las 11 de la noche. Huelga decir que el actor argentino Pablo Tur –vinculado a la memoria afectiva del Ciclón- haría su aparición acompañado de la voz del poeta de los caminantes y caminos al andar y de Madeleini Sosa en una emotiva performance. Tercera mesa de lectura poética, Ernesto Facho –el de la Espada indeleble- blande sus versos y Moisés Quiñónez –del Durazno sangrando- cicatriza la dulce sangre a borbotones. Segunda mesa de relatos, Dandy Berrú – el de La cuchara de papá - y Tatiana Alarcón, la Chica cronopio. Luego, la hora del inesperado desafío poético de dos avezados compañeros de ruta, distanciados ahora por astros y noches distintas tan solo: el popular Maese, Stanley Vega y JJ Soto. Ambos, poema contra poema, universo contra universo ante la tensión del público y la mirada atónita y confusa de los miembros de Agenda CIX. Luego se multiplicarían las pullas, los panes, los vasos, los vinos, los besos y los abrazos al final.
Finalmente, Alex Neira lee un poema e intenta leer otro, pero la noche le es arrebatada de las manos por un niño que coge micrófono y mesa en vilo y remata el Ciclón de Poesía. Unas mesas más atrás, se escucha un poema que sopla y parte la noche y convoca a los mil nombres del viento:
Créditos de fotografía: Belén Pebe y Jean Puse, reporteros gráficos de Agenda CIX.
¿Qué haría con los mil nombres del viento?
¿Qué haría con el viento en mi costado?
Ponerme a meditar si es tan violento,
que pasen la borrasca y el tornado.
¿Qué haría con el viento en mi camino?
¿Qué haría con el viento y cualidades?
Trocar la brisa suave en torbellino,
mudar el estival en tempestades.
Yo siento junto a mí muy cerca el cierzo;
el simún que en el Sahara es un infierno;
los dos vientos contrarios y el disperso,
el viento que me abate el yo interno.
A veces me visitan los tifones,
el viento de este norte y el de oriente,
pues debo poseer dos corazones
y un céfiro en el alma que los siente.
Se escucha una voz como ráfaga trepidante y nerviosa. El Chino se levanta, vuelve a pedir un cigarro y esta vez una cerveza. Sé que no podré convencerlo de lo contrario y lo dejo partir con un abrazo. Me deja varias copias de *"El viento" y la promesa de “hacer algo juntos con tu gente” en el próximo Ciclón.
* "El viento", poema en tres planos del poemario El laberinto (1995) del poeta Carlos Ramírez Soto.
¿Qué haría con el viento en mi costado?
Ponerme a meditar si es tan violento,
que pasen la borrasca y el tornado.
¿Qué haría con el viento en mi camino?
¿Qué haría con el viento y cualidades?
Trocar la brisa suave en torbellino,
mudar el estival en tempestades.
Yo siento junto a mí muy cerca el cierzo;
el simún que en el Sahara es un infierno;
los dos vientos contrarios y el disperso,
el viento que me abate el yo interno.
A veces me visitan los tifones,
el viento de este norte y el de oriente,
pues debo poseer dos corazones
y un céfiro en el alma que los siente.
Se escucha una voz como ráfaga trepidante y nerviosa. El Chino se levanta, vuelve a pedir un cigarro y esta vez una cerveza. Sé que no podré convencerlo de lo contrario y lo dejo partir con un abrazo. Me deja varias copias de *"El viento" y la promesa de “hacer algo juntos con tu gente” en el próximo Ciclón.
* "El viento", poema en tres planos del poemario El laberinto (1995) del poeta Carlos Ramírez Soto.
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