- Quiénes Somos
- Artes Visuales
- Artes Escénicas
- Literatura
-
Secciones
- Cultura vive
- De Propia Vox
- Inusitado fulgor
- Inusitado fulgor: Reseñas
- Directorio cultural
- Barrockeando
- Barranco en Agenda CIX
- Voluntariado en accion
- Agenda CIX: COVID-19
- COVID-19: Demos voz a la esperanza
- #COVIDー19: Eventos
- Testimonios en tiempos del coronavirus
- Trazos en cuarentena
- COVID-19: Múltiples rostros de la incertidumbre >
- COVID-19: Lente en aislamiento
- Silencio Punto Tú
- El PPED está contigo
- Agenda CIX: Elecciones 2018
-
Columnas
- Cultura digital
- Biblioteca digital
- Directorio Digital
- Jota en la palabra
- Los pies entre el cielo y la tierra
- Sublime creatura
- Camara lucida
- Ojos de lagarto
- Enfermedad violeta
- Santo veneno
- De cómo hacer visible lo invisible. Apuntes sobre el teatro
- Tierra de ciegos >
- Linea once
- Mira que bonito
- Fuera de contexto
- Un cronopio me conto
- Todo es ilustrable
- Contacto
Poesía de Carlos López Degregori
HERIDA DE TU HERIDA
(diciembre 14)
He alumbrado una diosa o un dios. No sé si salió de mis ojos o mi boca, pero cuando desperté estaba allí como una herida enorme de amor viva o una flama.
Empezó a extender sus manos, a probar su pulso en una extraña música, a intentar sus primeros pasos y palabras. Y un instante me miraba fijamente y era un dios, y otro instante se desvanecía en una sonrisa de humo y era una diosa.
(diciembre 15)
Ahora tendré que decidir:
¿dejaré que crezcas?
¿te llevaré a pacer como un cordero
por las más altas montañas?
¿te abandonaré en una cesta
o en un bosque entre lobos y cuervos?
¿te despeñaré?
¿moldearé tus labios en un idioma extraño?
¿coseré tu amor a mis pies
como una sombra?
¿y qué nombre te pondré
para reconocerte
cuando pasen muchos años
y vuelvas
como una falta
o un destino cumplido
a buscarme?
(marzo 15)
Se volvió un cordero con flamas en lugar de vellones y venía a lamer mis piernas, a pacer en mis manos y mis ojos.
Balaba mortal y yo le contestaba. Reía con sus dientes de tizones. Se enroscaba a mi lado como un bulto de amor.
(abril 3)
En abril compré lápices y cuadernos para enseñarle el alfabeto. Una diosa o dios tiene que conocer el misterio de las letras y escribir sus milagros y parábolas para la posteridad.
Trazábamos la A cien veces amordazando la voz.
La E eléctrica y rabiosa, caída en éxtasis con los brazos
abiertos en cruz sobre el suelo.
Torva la I.
La O respirando en una cámara de oxígeno
o en un pulmón de acero.
La U insomne, dura.
Y las repetíamos con la perfecta inflexión, presintiendo que para cada letra hay otra oculta como una sombra o una espalda, y que sólo con ellas podemos decir nuestros nombres.
(junio 2)
Un día estás. Otro día ya no estás.
Una noche duermo contigo en mi habitación y despierto en una calle empedrada, llena de gatos, en Praga. Pero yo nunca he estado en Praga. Pero yo nunca te he visto dormir ni caminar por los hilos del sueño.
Un día crees o descrees. Un día me temes o te temo en un solo miedo al unísono. Un día sabes. Otro día no sabes.
De mañana eres un cordero. De tarde una paloma. De noche un ciego animal de amianto que no se deja ver y escarba galerías en las paredes. Abro mi oído para escucharte y no te escucho. O sí. Te escucho como un diente: como una estrella: como un pozo: como un latido.
(junio 19)
Bostezas y sale una luna de tu boca.
Caminas y brotan rosas de tus pasos.
Te sientas a la mesa y pides hostias de comer. Yo te anudo una servilleta al cuello y te las sirvo en un blanco plato con tenedor y cuchillo.
(junio 20, por la noche)
Cada día te pareces más a una lengua encendida. Te veo saltar de un lado para otro, buscarte en los espejos o en la santa imagen de la pared. Te escucho hablarte con dulces e inadmisibles palabras.
Enciendo un fósforo y caminas siguiéndolo como si se tratara de un faro. Voy a ser tu Amor, le dices o me dices. Voy a ser tu Virtud.
Enciendo otro fósforo. Clausuro con trapos húmedos las ventanas, el filo de la puerta y abro la llave de gas. Me tiendo en un rincón mientras tú sigues caminando. Tomas mi lapicero y escribes este poema.
(junio 21)
Al día siguiente ya no estaba. Tal vez enfermó de luz y se marchó o fue perdiendo su cuerpo y su aire hasta desaparecer.
SERÉ HERIDA DE TU HERIDA
había escrito en la pared.
(de Flama y respiración)
A MAYOR GLORIA DEL SOL
La Niña abre los ojos que parecen dos dientes inmensos de maíz y dibuja con un corcho quemado sus labios encarnadamente oscurecidos.
Riendo se sube a sus zapatos rojos de afilados tacones que para ella son zancos y gira con esa música que solo suena en su cabeza.
Ahora se prueba todos los vestidos, se ciñe corpiños, arañas, faldas de vagos nudos, alambres.
Si tú crecieras, Niña, te ofrecería estas palomas que hago aparecer en mi sombrero de mago. Son rojas como tus zapatos que no dejan de bailar. Oh sí, muchas palomas porque solo ellas sabrían perdonarme. Pero tengo cincuenta y siete años y no puedo esperar. Entonces las coso a tus zapatos que sangran con tu danza y altero su mecanismo mortal.
Mira como aletean ansiosas en tus pies y A Mayor Gloria del Sol conjuran el tiempo que nos corresponde. Hay un punto en el que nos encontraremos bellos y sudorosos, pero solo durará un parpadeo.
Después nos alejaremos girando enardecidos por los dos extremos de un hueso musical, hasta caer encorvados y secos en la plaza como estos dientes de maíz que ahora picotean las palomas.
(diciembre 14)
He alumbrado una diosa o un dios. No sé si salió de mis ojos o mi boca, pero cuando desperté estaba allí como una herida enorme de amor viva o una flama.
Empezó a extender sus manos, a probar su pulso en una extraña música, a intentar sus primeros pasos y palabras. Y un instante me miraba fijamente y era un dios, y otro instante se desvanecía en una sonrisa de humo y era una diosa.
(diciembre 15)
Ahora tendré que decidir:
¿dejaré que crezcas?
¿te llevaré a pacer como un cordero
por las más altas montañas?
¿te abandonaré en una cesta
o en un bosque entre lobos y cuervos?
¿te despeñaré?
¿moldearé tus labios en un idioma extraño?
¿coseré tu amor a mis pies
como una sombra?
¿y qué nombre te pondré
para reconocerte
cuando pasen muchos años
y vuelvas
como una falta
o un destino cumplido
a buscarme?
(marzo 15)
Se volvió un cordero con flamas en lugar de vellones y venía a lamer mis piernas, a pacer en mis manos y mis ojos.
Balaba mortal y yo le contestaba. Reía con sus dientes de tizones. Se enroscaba a mi lado como un bulto de amor.
(abril 3)
En abril compré lápices y cuadernos para enseñarle el alfabeto. Una diosa o dios tiene que conocer el misterio de las letras y escribir sus milagros y parábolas para la posteridad.
Trazábamos la A cien veces amordazando la voz.
La E eléctrica y rabiosa, caída en éxtasis con los brazos
abiertos en cruz sobre el suelo.
Torva la I.
La O respirando en una cámara de oxígeno
o en un pulmón de acero.
La U insomne, dura.
Y las repetíamos con la perfecta inflexión, presintiendo que para cada letra hay otra oculta como una sombra o una espalda, y que sólo con ellas podemos decir nuestros nombres.
(junio 2)
Un día estás. Otro día ya no estás.
Una noche duermo contigo en mi habitación y despierto en una calle empedrada, llena de gatos, en Praga. Pero yo nunca he estado en Praga. Pero yo nunca te he visto dormir ni caminar por los hilos del sueño.
Un día crees o descrees. Un día me temes o te temo en un solo miedo al unísono. Un día sabes. Otro día no sabes.
De mañana eres un cordero. De tarde una paloma. De noche un ciego animal de amianto que no se deja ver y escarba galerías en las paredes. Abro mi oído para escucharte y no te escucho. O sí. Te escucho como un diente: como una estrella: como un pozo: como un latido.
(junio 19)
Bostezas y sale una luna de tu boca.
Caminas y brotan rosas de tus pasos.
Te sientas a la mesa y pides hostias de comer. Yo te anudo una servilleta al cuello y te las sirvo en un blanco plato con tenedor y cuchillo.
(junio 20, por la noche)
Cada día te pareces más a una lengua encendida. Te veo saltar de un lado para otro, buscarte en los espejos o en la santa imagen de la pared. Te escucho hablarte con dulces e inadmisibles palabras.
Enciendo un fósforo y caminas siguiéndolo como si se tratara de un faro. Voy a ser tu Amor, le dices o me dices. Voy a ser tu Virtud.
Enciendo otro fósforo. Clausuro con trapos húmedos las ventanas, el filo de la puerta y abro la llave de gas. Me tiendo en un rincón mientras tú sigues caminando. Tomas mi lapicero y escribes este poema.
(junio 21)
Al día siguiente ya no estaba. Tal vez enfermó de luz y se marchó o fue perdiendo su cuerpo y su aire hasta desaparecer.
SERÉ HERIDA DE TU HERIDA
había escrito en la pared.
(de Flama y respiración)
A MAYOR GLORIA DEL SOL
La Niña abre los ojos que parecen dos dientes inmensos de maíz y dibuja con un corcho quemado sus labios encarnadamente oscurecidos.
Riendo se sube a sus zapatos rojos de afilados tacones que para ella son zancos y gira con esa música que solo suena en su cabeza.
Ahora se prueba todos los vestidos, se ciñe corpiños, arañas, faldas de vagos nudos, alambres.
Si tú crecieras, Niña, te ofrecería estas palomas que hago aparecer en mi sombrero de mago. Son rojas como tus zapatos que no dejan de bailar. Oh sí, muchas palomas porque solo ellas sabrían perdonarme. Pero tengo cincuenta y siete años y no puedo esperar. Entonces las coso a tus zapatos que sangran con tu danza y altero su mecanismo mortal.
Mira como aletean ansiosas en tus pies y A Mayor Gloria del Sol conjuran el tiempo que nos corresponde. Hay un punto en el que nos encontraremos bellos y sudorosos, pero solo durará un parpadeo.
Después nos alejaremos girando enardecidos por los dos extremos de un hueso musical, hasta caer encorvados y secos en la plaza como estos dientes de maíz que ahora picotean las palomas.
Carlos López Degregori (Lima, 1952)
Perteneció por un breve tiempo al grupo La sagrada familia, optando luego por un camino absolutamente personal y de reconocida originalidad. Ha publicado los poemarios Un buen día (1978), Las conversiones (1983), Una casa en la sombra (1986), Cielo forzado (1988), El amor rudimentario (1990), Lejos de todas partes (1994), Aquí descansa nadie (1998), Retratos de un caído resplandor (2002), Flama y respiración (2005), la antología de sus poemas en prosa El hilo negro (2008) y Una mesa en la espesura del bosque (2010). El año pasado publicó Aguas ejemplares (2012), una reedición de tres de sus poemarios. Acaba de aparecer en Colombia Campo de estacas, una antología de su poesía. Ha obtenido el primer premio de poesía en los Juegos Florales de la Universidad Javeriana (Bogotá, 1976), el primer premio en la bienal de poesía de la Asociación cultural japonesa del Perú (1990) y el primer premio en el Concurso Internacional de poesía el Olivo de Oro (1997). Sus poemas figuran en importantes antologías peruanas y latinoamericanas. Ha publicado numerosos ensayos.
Perteneció por un breve tiempo al grupo La sagrada familia, optando luego por un camino absolutamente personal y de reconocida originalidad. Ha publicado los poemarios Un buen día (1978), Las conversiones (1983), Una casa en la sombra (1986), Cielo forzado (1988), El amor rudimentario (1990), Lejos de todas partes (1994), Aquí descansa nadie (1998), Retratos de un caído resplandor (2002), Flama y respiración (2005), la antología de sus poemas en prosa El hilo negro (2008) y Una mesa en la espesura del bosque (2010). El año pasado publicó Aguas ejemplares (2012), una reedición de tres de sus poemarios. Acaba de aparecer en Colombia Campo de estacas, una antología de su poesía. Ha obtenido el primer premio de poesía en los Juegos Florales de la Universidad Javeriana (Bogotá, 1976), el primer premio en la bienal de poesía de la Asociación cultural japonesa del Perú (1990) y el primer premio en el Concurso Internacional de poesía el Olivo de Oro (1997). Sus poemas figuran en importantes antologías peruanas y latinoamericanas. Ha publicado numerosos ensayos.
26 de junio de 2015
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional